Evangelio según san Lucas 6, 6-11
Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y fariseos estaban acechando a Jesús para ver si curaba en sábado y tener así de qué acusarlo.
Pero Jesús, conociendo sus intenciones, le dijo al hombre de la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio». El hombre se levantó y se puso en medio. Entonces Jesús les dijo: «Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado: el bien o el mal, salvar una vida o acabar con ella?» Y después de recorrer con la vista a todos los presentes, le dijo al hombre: «Extiende la mano». El la extendió y quedó curado.
Los escribas y fariseos se pusieron furiosos y discutían entre sí lo que le iban a hacer a Jesús.
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Reto Trivia Vida de los Santos del mes de septiembre, cada día publicaré la vida de un santo y deberás de enviar tus respuestas del mes correspondiente al correo electrónico penriquegarcia@gmail.com del 1º al 5 de cada mes. Los resultados se publicaran el día 10 de cada mes. ¿Aceptas el Reto de la Trivia de la Vida de los Santos? Para el mes de septiembre la trivia de la vida de los santos del #104 al #133. ¡ESPERO SUS RESPUESTAS!
En el pasaje del Evangelio de hoy, el evangelista Lucas vuelve sobre la polémica en torno al sábado; sin embargo, esta vez toma como ocasión una intervención taumatúrgica de Jesús en favor de un hombre que tenía la mano atrofiada y al que el nazareno le ha restituido una salud perfecta. La acción milagrosa desencadena el espíritu crítico de sus adversarios, como antes había sucedido ya con respecto a la actitud de los discípulos de Jesús, que habían cogido y comido espigas de trigo en día sábado. El contraste es aún más fuerte, pues una determinada mentalidad farisea hubiera deseado no sólo inmovilizar a los discípulos de Jesús, sino también bloquear la capacidad taumatúrgica del Maestro.
Es absurda e inaceptable esta pretensión de los fariseos y de los maestros de la Ley, cuya presencia crítica y maldad de pensamiento señala Jesús. Éste lee en el corazón del hombre: tanto en el de quienes le escuchan y le siguen como en el de quienes le espían y quisieran sorprenderle en un fallo.
Una vez realizada la acción taumatúrgica, Jesús se enfrenta a sus adversarios no tanto en el terreno de lo que es lícito hacer en día de sábado como en este otro: “¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?” (v.9). La certeza que anima a Jesús es tal que no espera la respuesta de sus adversarios: la da por descontado, y lo mismo haríamos nosotros si nos atenemos si nos atenemos con fidelidad a las indicaciones de su ministerio. Es inútil recordar lo que Jesús ha hecho y ha dicho desencadena en sus adversarios tal rabia que se juran a sí mismos condenarlo a muerte. Antes de matarlo físicamente lo condenan a muerte espiritualmente: en la raíz de esto encontramos siempre la intolerancia y la violencia.
Jesús siempre quiere restaurar nuestra vida paralizada o impedida por el pecado, los vicios, la maldad, etc. Tener la mano paralizada significaba que no tenía capacidad de trabajar, de hacer las cosas por su propia cuenta y depender de la ayuda de los demás. Jesús viene para liberarnos de nuestras ataduras pero necesitamos escuchar su voz, levantarnos y hacer lo que nos pide. Son tres pasos muy sencillos para liberarnos de nuestras ataduras.
1) Escuchar la voz de Jesús: Su voz la escuchamos en las Sagradas Escrituras, en la misa a través de la proclamación de la Palabra de Dios, en las enseñanzas de los apóstoles (obispos y el papa), en el silencio de la oración, especialmente con el Santísimo Sacramento.
2) “Levántate y ponte ahí en medio” es lo que Jesús nos dice a cada uno de nosotros. Que nos alejemos de nuestra vida de pecado y busquemos la virtud. Los extremos son malos, por lo tanto debemos buscar la virtud y alejarnos de lo que nos esclaviza.
3) Jesús le dijo: “ «Extiende la mano». El la extendió y quedó curado.” Debemos no solamente escuchar la voz de Jesús sino ponerla en práctica. Para poder ser libres.
¿Qué te impide escuchar y hacer la voluntad de Dios?
¿Qué vas a hacer para hacer la voluntad de Dios?
Reto Trivia Vida de los Santos del mes de septiembre. #113
Patrona de Venezuela
Fiesta: celebrada tres veces al año, el 2 de febrero y el 8 y 11 de septiembre.
A la llegada de los españoles a la región de Guanare, hacia el 1591, un grupo de indios de la tribu de los Coromotos decide abandonar su tierra y huir hacia el río Tucupido, porque no quieren nada con los blancos ni con la religión que ellos traen. Cincuenta años después los indios, que siguen sin convertirse al Evangelio, viven en un poblado no muy distante de la villa de los españoles; ambos grupos viven en armonía, pero permanecen aislados entre sí.
Estando así las cosas, una mañana del año 1651, el cacique de los Coromotos, junto con su esposa, contempla asombrado una extraordinaria visión. En la quebrada del río Tucupido, sobre la corriente de las aguas, una hermosa señora los está mirando con una amable expresión en su rostro; el pequeño niño que lleva en sus brazos también les sonríe plácidamente. La misteriosa señora llama al cacique y le ordena: «Sal del bosque junto con los tuyos y ve donde los blancos para que reciban el agua sobre la cabeza y puedan entrar en el cielo».
El cacique impresionado por lo que ha visto y oído, decide obedecer a la bella señora y marcha con su tribu para ser instruido en la religión cristiana. Sin embargo, el indio, acostumbrado a la libertad de los bosques no puede adaptarse al nuevo régimen de vida y junto con su familia, se vuelve a su aldea en la selva. La señora se aparece nuevamente, esta vez en la modesta choza del indígena; y aunque la Virgen se presenta rodeada de un aura luminosa cuyos rayos inundan de fuego todo el bohío, no logra conmover al cacique que, enojado, trata de echarla y hasta llega a tomar sus armas con la clara intención de amenazar a la amable señora. Siempre sonriente, la Virgen avanza suavemente hacia el cacique y cuando este extiende con ira su mano para atraparla, ella desaparece ante su vista. En el puño cerrado del indio coromoto quedó una pequeña estampa en la que ha quedado impresa la imagen de la Señora.
El mal ejemplo es un obstáculo para que otros encuentren la verdad sobre Jesucristo. Siempre ha sido así. No por eso la verdad cambia. ¡Cuantos se han separado de la Iglesia por el mal ejemplo de un sacerdote o de alguien que está identificado con la Iglesia!. ¡Que gran responsabilidad tenemos los cristianos al ser embajadores de Cristo! Debemos al mismo tiempo recordar que nuestra fidelidad a la Iglesia se fundamenta en Dios que nunca falla. Cuando vemos el pecado ajeno, en vez de separarnos de la Iglesia, debemos examinar nuestro propio comportamiento que es por el que seremos juzgados. Pero que difícil es eso cuando nunca se ha conocido a Jesús, como en el caso de los indios. ¿como pueden llegar a distinguir entre los católicos malos y la verdad de su religión?. Por la dificultad de ello es que viene la Virgen a Venezuela, y con su amor de madre lleva a los indios a superar el obstáculo de las diferencias culturales y a recibir por la Iglesia a Jesús.
La Virgen de Coromoto es una diminuta reliquia que mide 27 milímetros de alto por 22 de ancho. El material de la estampa pudiera ser pergamino o «papel de seda»; la Virgen aparece pintada de medio cuerpo, está sentada y sostiene al Niño Jesús en su regazo. Su apariencia es de ser dibujada con una fina pluma, trazada como un retrato en tinta china a base de rayas y puntos.
La Virgen y el Niño miran de frente; erguidas sus cabezas coronadas. Dos columnas unidas entre si por un arco forman el respaldo del trono que los sostiene. La virgen cubre sus hombros con un manto carmesí con oscuros reflejos morados. Un blanco velo cae simétricamente sobre sus cabellos cubriéndolos devotamente. La túnica de la Virgen es de color pajizo y la del niño es blanca como su velo.
La imagen se muestra a la veneración de los fieles protegida dentro en una riquísima custodia. El 7 de octubre de 1944, a petición de los obispos de la nación, Pío XII la declaró, «Patrona de la República de Venezuela» y su coronación canónica se celebró al cumplirse los tres siglos de la aparición, el 11 de septiembre de 1952.
El Emmo, Sr. Cardenal Arzobispo de la Habana, Manuel Artega y Betancourt, coronó la sagrada imagen de Nuestra Señora de Coromoto en representación del Papa Pío XII. Los venezolanos celebran a su patrona en tres ocasiones cada año, el 2 de febrero y el 8 y 11 de septiembre. El Santuario Nacional de la Virgen de Coromoto, lugar de encuentro de grandes peregrinaciones, fue declarado Basílica por S.S. el Papa Pío XII el 24 de mayo de 1949.
¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!
En Cristo y Santa María de Guadalupe
Padre Enrique García Elizalde