Miércoles V Cuaresma (10 abril 2019)

Evangelio según San Juan 8, 31-42

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en él: «Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderamente discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres». Ellos replicaron: «Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: ‘Serán libres’?»

Jesús les contestó: «Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo del pecado y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre».

Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abraham». Jesús les dijo: «Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre». Le respondieron: «Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que a Dios».

Jesús les dijo entonces: «Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por él».

 

==========================

 

¡Ora más leyendo los Evangelios y veras lo que sucede en este año en tu vida!

 

Hoy nuestro Maestro espiritual, Jesús, quiere que centremos nuestra atención en la verdadera libertad para ser felices, santos y estar llenos de alegría.

 

Hoy en la primera lectura del libro del profeta Daniel (3: 14-20, 92-92, 95), escuchamos la historia de tres jóvenes: Sedrak, Mesak y Abednegó, quienes se negaron a adorar una estatua de oro que el rey Nabucodonosor les había ordenado adorar. El rey Nabucodonosor pensó que tenía el poder supremo por ser el rey, así que se enfureció cuando ellos rechazaron sus órdenes. Los ató y los arrojó al fuego que se calentó siete veces más de lo usual. Dios los protegió de las llamas porque permanecieron fieles a Dios y ellos no fueron esclavos de las ordenes injustas del rey, menos del miedo porque ellos confiaron en Dios y mantuvieron su libertad. Después de ver este milagro, incluso el rey Nabucodonosor creyó: «Bendito sea el Dios de Sedrak, Mesak y Abednegó, que ha enviado a su ángel para librar a sus siervos, que confiaron en él». Las personas que son fieles a Dios a través de sus convicciones, valores, amor y fe, nunca quedaran defraudados. Ellos dan lo mejor de sí mismos porque son libres de todo lo que los ata, especialmente como discípulos de Jesús estamos llamados a ser libres del pecado y de todo lo que nos ata, para convertirnos en seres libres llamados a ser la mejor versión de nosotros mismo, la santidad.  

 

En el Evangelio, Jesús nos dice: «Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderamente discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres.» Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Jesús encarna la verdad divina y ha venido a dar testimonio de la verdad. La aceptación de Él nos libera de la esclavitud del pecado, la ignorancia y el engaño. A menudo ponemos otras cosas o personas en el lugar de Jesús, eso es caer en idolatría. Ponemos en lugar de Dios nuestras relaciones humanas, nuestra reputación y nuestras cosas materiales. Adoramos a dioses falsos como el poder, el placer, la riqueza y el honor. Todas estas cosas no nos hacen libres, al contrario nos atan a tener apegos y perder nuestra libertad, felicidad y alegría. Sólo cuando somos obedientes a la voluntad de nuestro Padre Dios como Jesús, es que encontramos la verdadera libertad.

 

Ellos replicaron: «Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie.” Es una respuesta casi ridícula porque a lo largo de la historia bíblica, Israel había sido esclavizado por los egipcios, sometidos por los filisteos, asirios, babilonios y persas, y ahora estaba bajo la influencia de la Roma imperial. Estas formas de dominación política eran simplemente síntomas de la esclavitud de Israel al pecado. Al ser esclavo del pecado: el hombre no tiene poder para liberarse del demonio y es esclavo de su propia debilidad. Esta situación abarca a todos, tanto a los israelitas como a los gentiles. Sólo Cristo nos puede liberar de la esclavitud del mal y hacernos hijos auténticos del Padre.

 

Cuando adoramos a otros dioses, Jesús nos dice que somos esclavos del pecado. «El esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre.» Nuestra identidad como hijos e hijas de Dios nunca cambia, pero por el pecado nos separamos de Dios. No fuimos hechos para la esclavitud; fuimos hechos para ser libres hijos e hijas de Dios y fuimos liberados a precio de la Sangre de nuestro Señor en la cruz.

 

Hay una gran diferencia entre vivir como esclavos del pecado y vivir como hijos de Dios en Su gracia. ¿Qué vas a elegir el día de hoy? No tengas miedo de arriesgarlo todo, como los tres jóvenes de la primera lectura, porque cuando permanecemos fieles a Dios, Él nunca nos fallará. Las alegrías de la vida eterna no tienen comparación con esta vida.

 

Pasos para ser libres:

 

1) ¡Llamados a la Santidad! Todos estamos llamados a la santidad y Dios nunca nos pide  algo que no podamos lograr o hacer, por ello Él nos concederá los medios para cumplirlo, de manera que no hay que sentirse indefensos ni impotentes ante nuestra fragilidad.

 

2) ¡Confianza en Dios!  Él es fuente de toda santidad. San Alfonso de Ligorio dijo: «El pecado habitual y la oración no pueden coexistir. O dejamos de pecar o dejamos de orar.» Necesitamos pedir fortaleza al Señor toda vez que nos encontramos con Él: en la oración, la Escritura, los sacramentos, la dirección espiritual, la belleza de la naturaleza, la fraternidad cristiana, etc. La santidad solo se logra con la ayuda de Jesucristo.

 

3) ¡Doblegar el atractivo del pecado! San Francisco de Sales compara a la persona que tiene  «apego al pecado » con los israelitas que  salieron de la esclavitud  en Egipto, pero  que añoraban sus comodidades  mientras peregrinaban por el desierto.  Ellos tuvieron que hacerse la misma pregunta que nos hacemos nosotros: “¿Realmente vale la pena volver a la vida de esclavitud por tener unos cuantos momentos  de satisfacción?”

 

4) ¡Adoptar nuevas actitudes y virtudes! Si tú eres propenso a la soberbia, practica la humildad. Si tiendes a la inmoralidad sexual, busca la pureza. La vida virtuosa se logra practicando en las acciones pequeñas y concretas el amor a Dios y el deseo de cumplir su voluntad.

 

5) Por último, ¡Pedir constantemente Espíritu Santo! Sólo Él puede concedernos la gracia de tomar decisiones acertadas. Por la noche,  dedica unos minutos a analizar, en oración, cómo te fue en el día  y dale las gracias a Cristo por todas las veces que saliste triunfante y pídele perdón  por las veces que fallaste, si lo haces con frecuencia, verás  que poco a poco  vas avanzando por la vía correcta. ¡Claro que tú puedes llegar a ser santo porque Dios no te puede pedir algo que no puedas logar!

 

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

 

En Cristo y en Santa María de Guadalupe,

 

Padre Enrique Garcia Elizalde