Viernes VI de Pascua (31 de mayo de 2019)

Evangelio según San Juan 16, 20-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría.

Cuando una mujer va a dar a luz, se angustia, porque le ha llegado la hora; pero una vez que ha dado a luz, ya no se acuerda de su angustia, por la alegría de haber traído un hombre al mundo. Así también ahora ustedes están tristes, pero yo los volveré a ver, se alegrará su corazón y nadie podrá quitarles su alegría. Aquel día no me preguntarán nada».

 

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En la primera lectura (Hch 18, 9-18) nos presenta información de utilidad: los hechos se desarrollan hacia el año 51-52, que es cuando el procónsul Galión, era procónsul de Acaya, se encontraba en Corinto. Este actúa de manera inteligente como “laico”: no quiere entrometerse en cuestiones religiosas. A su modo de ver, las cuestiones por las cuáles los judíos someten a Pablo son discusiones internas al judaísmo, cuestiones que no tienen nada que ver con su función, por eso les dice: “Si se tratara de un crimen o de un delito grave, yo los escucharía, como es razón; pero si la disputa es acerca de palabras o de nombres o de su ley, arréglense ustedes». Lucas lo subraya con toda intención, y da muestras de apreciar tanto la neutralidad de Roma como el hecho de que las autoridades romanas en general no se mostraran hostiles, en los comienzos,  a los cristianos. Hasta salvaron a Pablo en más de una ocasión del fanatismo de sus adversarios.

 

Los judíos no se dan por vencidos llevando la situación al extremo para hacerle la vida difícil a Pablo. ¿Te suena esto familiar? ¿Alguien te ha hecho la vida más difícil? Pero todo lo contrario a lo que ellos podrían esperar, Pablo queda confortado y confirmado en su misión: está haciendo lo que quiere el Señor.  Es el Señor quien quiere que se dedique también a los paganos y se lo revela a través de una visión, «No tengas miedo. Habla y no calles, porque yo estoy contigo y nadie pondrá la mano sobre ti para perjudicarte. Muchos de esta ciudad pertenecen a mi pueblo». Esto sucede porque Pablo tiene su confianza en Dios.

 

Estos continuos conflictos expresan – una vez más – la seriedad del problema del paso a los paganos para las primeras generaciones cristianas. Es casi una idea fija: ¿Cómo explicar el hecho de que el pueblo de la promesa hubiera rechazado a Jesús, mientras que éste era acogido por los despreciados paganos? Pero es el Señor – nos asegura Lucas- quien dice: “En esta ciudad hay muchos que llegaran a formar parte de mi pueblo”, como en otras muchas ciudades, un pueblo constituido por algunos judíos y por muchos paganos. Y en Corintio, donde se encontraba lo mejor  y lo peor de la cultura griega, la confrontación con el paganismo no iba a ser algo fácil: dieciocho meses en Corintio representan una verdadera iniciación en la evangelización de los gentiles. Esto nos habla de que hay que perseverar en las tareas que no son fáciles y que lo que nos cuesta trabajo por lo general es lo que vale la pena. No es hacer lo que me gusta sino hacer la voluntad de Dios y lo que mejor conviene para la salvación de los demás.

 

Finalmente, concluye Pablo, casi a hurtadillas, su viaje misionero, embarcándose con Priscila y Aquila, primero con destino a Jerusalén y después hacia Antioquía. A un misionero como Pablo, quedarse durante dieciocho meses en un solo lugar, aunque fuera con provecho, pudo parecerle excesivo.

 

Jesús, cuando apenas ha terminado de señalar una de las constantes de la experiencia cristiana (la dura espera del encuentro gozoso y definitivo con Él: v. 20), se vale de la imagen eficaz y delicada de la mujer que va a dar a luz un hijo (v. 21) para expresar el paso de la aflicción a la alegría sobreabundante. La alegría de la mujer es doble: han terminado sus propios sufrimientos de los dolores del parto y ha dado al mundo un nuevo ser, su hijo/a. La alegría cristiana va unida al dolor, pero desemboca en la vida nueva que es la Pascua del Señor. A continuación, sigue Jesús explicando la comparación en sentido espiritual (v. 22). El dolor por la muerte en la cruz del Hijo de Dios se transformará en gozo el día de la Pascua, en una alegría sin fin que “nadie podrá quitar” a los discípulos, porque está arraigada en la fe en Aquel que vive glorioso a la diestra de Dios.

 

¿Tu fe está arraigada en Dios? ¿Qué es lo que te quita tu alegría sin fin?

 

Jesús ha hablado del tiempo inaugurado con su resurrección; a continuación, añade “Cuando llegue ese día, ya no tendrán necesidad de preguntarme nada” (v. 23b). La expresión “ese día” no se refiere sólo al día de la resurrección, sino a todo el tiempo que comenzará con ese acontecimiento. Desde ese día en adelante, la comunidad cristiana, iluminada plenamente por el Espíritu Santo, tendrá una nueva visión de las cosas y de la vida, y el Espíritu Santo iluminará interiormente a sus miembros y les hará conocer todo lo que sea necesario. Desde el bautismo hemos recibido al Espíritu Santo y estamos llamados a vivir una vida en plenitud.

 

¿Te dejas guiar por el Espíritu Santo y vives plenamente tu vida?

 

La alegría se sobre pone al sufrimiento y esto empieza en la vida del misionero como condición necesaria para lograr la alegría eclesial. Es decir, si tu vida no está llena de alegría y paz dada por el Maestro, como habrá paz y alegría en la Iglesia o en tu familia o en el mundo. El apóstol Pablo nos da ejemplo claro de ello, porque él en medio de las persecuciones que le vinieron a causa de la predicación del Evangelio, afirma: “Estoy lleno de consuelo y sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones.” (2 Cor 7,4). Siguiendo su ejemplo los convertidos acogen “la Palabra con gozo del Espíritu Santo en medio de muchas tribulaciones.” (1 Tes 1,6). Los ministros de la Palabra están “como tristes, pero siempre alegres; como pobres, aunque enriquecemos a muchos; como quienes nada tienen, aunque todo lo poseemos.” (2 Cor 6,10).

 

Estamos terminando el mes de mayo, dedicado a la Virgen María.  Cuentan con mis oraciones, para pedir a nuestra Madre que los cubra con su amor y los ayude en sus necesidades con su intercesión ante su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. Porque Jesús, quien es el mejor hijo, escucha los ruegos de su madre, y el Espíritu Santo, el esposo fiel, no va a dejar que su esposa, la Virgen María, sufra por cada uno de nosotros sus hijos.

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

 

En Cristo y Santa María de Guadalupe

 

Padre Enrique García Elizalde

 

 

Jueves VI de Pascua (30 de mayo 2019)

Nota: Cuando la fiesta de la Ascensión del Señor se celebra el VII Domingo de Pascua, se leen hoy las lecturas siguientes.


Evangelio según San Juan 16, 16-20

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Dentro de poco tiempo ya no me verán; y dentro de otro poco me volverán a ver». Algunos de sus discípulos se preguntaban unos a otros: «¿Qué querrá decir con eso de que: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán, y dentro de otro poco me volverán a ver’, y con eso de que: ‘Me voy al Padre’?» Y se decían: «¿Qué significa ese ‘un poco’? No entendemos lo que quiere decir».

Jesús comprendió que querían preguntarle algo y les dijo: «Están confundidos porque les he dicho: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver’. Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría».

 

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Hoy en muchos lugares se celebra el día de la Ascensión del Señor a los cielos después de que resucito estuvo con nosotros 40 días antes de llegar a la casa del Padre.

 

La primera lectura de hoy (Hch 18, 1-8) se trata de un fragmento de crónica que nos ofrece útiles indicaciones para comprender la vida cotidiana de Pablo y de los primeros evangelizadores. Nos hace saber que Pablo tenía un oficio, un trabajo manual (fabricar tiendas de campaña), y lo ejercía, cosa poco conveniente para un hombre culto, dedicado a la Palabra, entre los atenienses, pero común entre los rabinos, que encontraban en el trabajo ocasiones de encuentro y, por consiguiente, de enseñanza. Pablo se aloja y trabaja con una pareja de judíos expulsados de Roma por Claudio. Esta es información útil para la datación de este período: el decreto imperial remonta, efectivamente, a los años 49-50.

 

La llegada de ayudantes permitió a Pablo dedicarse de manera exclusiva a la predicación. Lucas lleva buen cuidado en decir que Pablo parte siempre de los judíos: sólo tras el enésimo rechazo, esta vez más bien violento, declara que se dirigirá “en adelante” a los paganos. Ya lo había dicho en Antioquía de Pisidia (Hch 13, 46s), y lo diría asimismo más adelante. Se nota la preocupación de Lucas (escritor) por explicar los motivos del paso a los paganos, “cada sábado Pablo discutía en la sinagoga y trataba de convencer a judíos y griegos.”

 

¿Tienes conocimiento suficiente como para convencer a otros de tu fe? ¿Compartes tu fe con otros?

 

Tampoco aquí hay sólo espinas, porque, frente a la opción judía, se convierte nada menos que Crispo, el jefe de la sinagoga con toda su familia. “Asimismo, al oír a Pablo, muchos de los corintios creyeron y recibieron el bautismo.”  Y empieza una abundante cosecha también entre los paganos.

 

¿Al ver tu forma de vivir el Evangelio ha habido alguien que se convierta al Señor?

 

Pablo sigue con su misma “estrategia evangélica”, es decir, predicación, contenido y lenguaje. El paso de Atenas a Corinto está presentado como Pablo está abierto a la guía del Espíritu Santo para ir a donde sea requerido el anuncio del Evangelio.

 

¿Estás abierto a lo que Espíritu Santo te pida? ¿Harías lo que te pida Dios para anunciar su Evangelio?

 

Salmo 97, 1ss, “El Señor nos ha demostrado su amor y su lealtad. Aleluya.” Nos invita  a que “cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas…Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel. Que todos los pueblos y naciones, aclamen con júbilo al Señor.” Dios siempre es fiel a su amor y lealtad, aunque nosotros no seamos fieles, Él nunca se cansa de amarnos.

 

En el Evangelio de hoy Jesús consuela a los suyos de la tristeza por su partida. Les asegura que esa tristeza durará poco: “Dentro de poco dejarán de verme, pero dentro de otro poco volverán a verme.” (v. 16). ¿Qué significan estas enigmáticas afirmaciones de Jesús? Se refiere a los dos tiempos a los que Jesús está a punto de dar cumplimiento. El primero se refiere a su vida terrena, que está a punto de acabar; el segundo se refiere a su vida gloriosa, inaugurada con la resurrección. Su retorno posterior no se limita a las apariciones pascuales, sino que se prolonga en el corazón de los creyentes mediante su presencia en ellos.

 

Las palabras del Maestro no son comprendidas por los discípulos, que se plantean varias preguntas (vv. 17s). Jesús, que conoce a los suyos plena y profundamente, además conoce los acontecimientos que les esperan, intenta remover, a partir de las preguntas que le plantean, su tristeza, infundiéndoles la confianza en Él con una nueva revelación: “Su tristeza se convertirá en gozo.” (v. 20).

 

Todos hemos experimentado pruebas difíciles, especialmente cuando se nos arrebatado al Esposo, Cristo. Con su pasión y muerte, experimentamos: llanto,  aflicción y desconcierto, mientras nos unimos a Él. Recuerda que ante los momentos de duda, oscuridad y silencio de Dios, es cuando Jesús está más unido a nosotros y nosotros a Él. Jesús no habla de sus sufrimientos -y tenía motivos para ello-, sino que piensa en los suyos más que en Él como el buen pastor en su rebaño. Cristo siempre piensa en nosotros.

 

El discípulo es llamado a luchar entre dos gozos: el del mundo y el de Cristo. El gozo del mundo está ligado a los valores efímeros e intereses materiales: una carrera, vida social, fama, dinero, poder, etc. Con estas cosas suele gozar el mundo. El gozo que viene de Jesús deriva de ser sus discípulos, de saber que Él está con nosotros en todo momento, el gastar la vida por Él y por los hermanos es una inversión a largo plazo y un honor grande; que lo único necesario es no perderle a Él, vivir en su presencia, cumplir sus mandamientos y buscarle solamente a Él como posesión más valiosa. Jesús nos lo dice claramente: No hagan tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;  sino hagan tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.  Porque donde esté su tesoro, allí estará también su corazón.”  (Mt 6, 19-21)

 

Nuestro corazón se encuentra entre estos dos gozos: el del mundo que es más inmediato y fugaz; y el de Cristo que es para la vida eterna y hay que empezar a luchar por el cada día, en cada momento y decisión  y acción que realicemos nos ayudaran a vivir en el gozo pleno de ser fieles al Señor.

 

¿Qué gozo buscas cada día con tus acciones, el del mundo o el de Dios?

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

 

Ofrezco mis oraciones y la Santa Misa en este jueves Sacerdotal por todas las familias, especialmente aquellos padres de familia que están pasando por momentos difíciles, pido por sus necesidades materiales y espirituales, que Dios les de su Santo Espíritu y les conceda sabiduría para resolver sus problemas con paz y alegría por saber que Jesús siempre está con nosotros. Dios es maravilloso y la oración poderosa. Envíen sus intenciones para orar juntos porque para Dios no hay nada imposible. Gracias por ayudarme a ser un hombre de oración, servirles y ayudarles a cumplir su misión en este mundo.

 

¿Has sentido que como que lees la Biblia y no le entiendes o no aprendes? Por ello quiero ofrecer un Curso de Formación para Evangelizadores y Predicadores en línea, y a través de un Curso presencial con seguimiento mensual. Estén al pendiente porque lo voy anunciar por este medio. Pidámosle sabiduría del Espíritu Santo para que este proyecto sea posible y encuentre el apoyo para hacerlo posible. Pido de sus oraciones en este momento y sus sugerencias. Escríbelas en los comentarios que puedes realizar al final de la reflexión.

 

En Cristo y Santa María de Guadalupe

 

Padre Enrique García Elizalde

Miércoles VI de Pascua (29 de mayo de 2019)

Evangelio según san Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes».

 

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En el pasaje de la primera lectura (Hch 17, 15-16. 22-18, 1) del día de hoy, se trata del famoso discurso en el Areópago (probablemente ante el consejo de la ciudad) de Atenas. Es el primer encuentro no tanto con el paganismo, que ya había tenido lugar en otras partes, sino con la cultura pagana, con los representantes de la elite cultural del tiempo: estoicos y epicúreos. Estamos ante un discurso bien preparado, hábil; un ejemplo de inculturación que, sin embargo, no quita ni un ápice a la originalidad del mensaje cristiano. ¿Cuál es la estrategia de Pablo? Usa elementos de la cultura de los oyentes, cita incluso a poetas griegos, del mismo modo cita las Escrituras cuando se dirige a los judíos pero no hace un discurso de filósofo, sino de profeta. Anuncia algo nuevo y verdaderamente diferente: un hombre resucitado de entre los muertos, que permite vencer la ignorancia en la que cayeron durante siglos naciones enteras, es decir, la idolatría. Los pasos anteriores son muy eficaces para in-culturizar y evangelizar. Seguramente Pablo se siente indignado al ver la ciudad llena de ídolos porque no han escuchado la Palabra de Dios, y hecho a Jesús el centro de sus vidas.

 

¿Cómo te sientes al ver nuestro mundo lleno de ídolos?

¿Qué haces para que los demás descubran a Jesús como el único Señor y alejen su corazón de los ídolos?

 

¿Cuál es tu actitud ante la palabra de Dios, eres de los que sólo sonríen, de los que escuchan, de los que lo siguen o de los que cierran el corazón?

 

Pablo se alinea con los más grandes filósofos y poetas que habían criticado la idolatría, pero dice lo que no podían decir ni los filósofos ni los poetas: es posible llegar a la verdad a través de un hombre, acreditado por Dios con la resurrección de los muertos; un hombre que será el juez final, esto es, el criterio del bien y del mal. Frente a un anuncio tan poco “racional’, el auditorio, como siempre, se divide. Muchos no aceptan el mensaje y se van con la sonrisa en los labios, otros se adhieren al anuncio, otros aceptan la buena nueva y otros simplemente cierran su corazón.

 

¿Cuál es tu actitud ante la palabra de Dios, eres de los que sólo sonríen, de los que escuchan, de los que lo siguen o de los que cierran el corazón? ¿Tú  vida ha cambiado al escuchar la Palabra de Dios?

 

La intención de Lucas, el autor del libro de Hechos de los Apóstoles,  ha sido ofrecer el ejemplo de un modo de presentación del kerygma a los paganos cultos. Los resultados son los esperados, dado que la Palabra de Dios divide los corazones y las mentes. Con todo, hasta en la brillante y, en conjunto, superficial Atenas nace una comunidad cristiana: eso es lo importante para Lucas. Hay que recurrir a todas las modalidades de anuncio para predicar a Cristo, hacerse sabio con los sabios, humilde con los humildes, etc. Debemos anunciar el Evangelio pero debemos prepararnos.

 

¿Anuncias el Evangelio con humildad y te preparas espiritual y académicamente para anunciar la Buena Nueva?
El texto del Evangelio de hoy incluye la quinta promesa de la misión del Espíritu, maestro y guía hacia la plenitud de la verdad. Tras una introducción al tema (v.12), el fragmento, de valor teológico, se desarrolla en tres pasajes paralelos, que concluye cada uno con la misma fórmula (“se lo revelará”: versículos 13, 14 y15) y con una progresión temática doctrinal sobre las tres personas divinas: el Espíritu, Cristo, el Padre.

 

Jesús querría revelar a los suyos muchas otras cosas, más por ahora no pueden entenderlas. Antes tendrán que recibir el Espíritu. El Paráclito será la ayuda de  los discípulos y les introducirá en “la verdad completa”  (v. 13), esto es, inaugurará un período nuevo de conocimiento de la Palabra de Jesús. Su instrucción se desarrollará en lo íntimo del corazón de cada discípulo, y con ella conocerán los secretos de la verdad de Cristo y le podrán hacer entrar en ellos. La tarea del Espíritu será semejante a la de Jesús, aunque dirigida al pasado y al futuro. Del mismo modo que el Hijo, en su vida terrena, no hizo nada sin el consejo y la unidad del Padre, así el Espíritu, en el tiempo de la Iglesia pos-pascual actuará en perfecta dependencia de Jesús y “dirá únicamente lo que ha oído” (versículo 13c). Guiará en la comprensión interior de la Palabra de Jesús; más aún: de Jesús mismo, “y les anunciará las cosas venideras” (versículo 13 d), es decir, les hará ver la realidad de Dios y de los hombres, como el Padre y el Hijo la ven; les hará conocer, de modo verdadero, los acontecimientos del mundo y de la historia desde la perspectiva de la novedad iniciada por la muerte y resurrección de Cristo, siempre nueva y creativa interiormente. El Espíritu prometido les permitirá a los discípulos comprender las cosas de Dios tal y como han sido reveladas por Jesús.

 

¿Te dejas guiar por el Espíritu Santo para guiar tu vida de acuerdo con las enseñanzas de Jesús?

¿Oras al Espíritu Santo para estudiar, comprender y predicar la Palabra de Dios?

 

Has sentido que como que lees la Biblia y no le entiendes o no aprendes. Por ello quiero ofrecer un Curso de Formación para Evangelizadores y Predicadores en línea, y a través de un Curso presencial con seguimiento mensual. Estén al pendiente porque lo voy anunciar por este medio. Pidámosle sabiduría del Espíritu Santo para que este proyecto sea posible y encuentre el apoyo para hacerlo posible. Pido de sus oraciones en este momento y sus sugerencias. Escríbelas en los comentarios que puedes realizar al final de la reflexión.

 

Doy gracias a Dios y a las personas que me han pedido hacer oración por sus necesidades (migración detuvo a un amigo y había peligro que lo deportaran, secuestraron a la mamá de un amigo en México, cáncer de otra persona, de otro conocido problemas en su matrimonio, y la lista sigue) porque me doy cuenta que cuando oro por sus intenciones y estamos unidos en oración Dios está con nosotros, («Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, Yo estoy en medio de ellos» Mt 18, 15-20), y nunca nos deja. Dios es maravilloso y la oración poderosa. Envíen sus intenciones para orar juntos porque para Dios no hay nada imposible. Gracias por ayudarme a ser un hombre de oración, servirles y ayudarles a cumplir su misión en este mundo.

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

 En Cristo y Santa María de Guadalupe

  Padre Enrique García Elizalde

 

Martes VI de Pascua (28 de mayo de 2019)

Evangelio según San Juan 16, 5-11

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Me voy ya al que me envió y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿A dónde vas?’ Es que su corazón se ha llenado de tristeza porque les he dicho estas cosas. Sin embargo, es cierto lo que les digo: les conviene que me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; en cambio, si me voy, yo se lo enviaré.

Y cuando él venga, establecerá la culpabilidad del mundo en materia de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque ellos no han creído en mí; de justicia, porque me voy al Padre y ya no me verán ustedes; de juicio, porque el príncipe de este mundo ya está condenado».

 

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En la primera lectura (Hch 16, 22-34) vemos que la gente de Filipos se alborotaron “contra Pablo y Silas, y los magistrados ordenaron que los desnudaran y los azotaran.” Ellos fueron azotados, los metieron en la cárcel, en el calabozo de más adentro y les aseguraron los pies en el cepo, por predicar el nombre de Jesús. Pero ellos estaban cantando himnos y compartiendo la Buena Nueva con sus compañeros de prisión.

 

¿Alabarías a Dios sabiendo que te podría costar tu libertad? ¿Seguirías cantando al Señor después de haber sido golpeado y encarcelado? ¿Qué tenían ellos para seguir alabando a Dios en los momentos difíciles de su vida?

 

Mientras Pablo y Silas cantaban himnos al Señor, hubo un terremoto que abrió las puertas de la cárcel y liberó a todos los prisioneros. Ellos pudieron haber huido, en cambio, ellos mostraron su preocupación por el carcelero porque iba a suicidarse, pensando que todos escaparon debido a que se quedó dormido. Sin embargo, ellos fueron los instrumentos de Dios para que el carcelero y toda su familia fueran bautizados. Dios nos libera de cualquier situación por más difícil que parezca. Él les preguntó: «‘¿Qué debo hacer para salvarme?’ Ellos le contestaron: ‘Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y tu familia’. Y les explicaron la palabra del Señor a él y a todos los de su casa…y enseguida se bautizó él con todos los suyos.” Si se bautizó y todos los suyos, esto implica que bebes y niños fueron bautizados. La fe del padre era suficiente para que su familia entera fuera bautizada.
¿Qué debo de hacer para salvar a tu familia?

¿Qué debo hacer para profundizar en mi fe y hacer que Jesús guíe mi vida y mi familia?

 

El tema fundamental que nos propone el Evangelio de hoy es el Espíritu Santo, testigo de Jesús y acusador del mundo. Los versículos introductorios recogen el tema de la tristeza de los discípulos. Jesús ha hablado de las persecuciones que deberán padecer los suyos, y éstos se sienten turbados frente a esos acontecimientos. Los discípulos, atemorizados por el inminente futuro de sufrimiento que les espera, son incapaces de confiarse al que es el único que puede hacerles superar toda tristeza y angustia.

 

¿Ante los problemas confías más en Jesús o te desesperas y te angustias?

 

Señor, Jesús, ayúdame a confiar en ti en los momentos de la prueba y dificultades. Especialmente, cuando siento que ya no puedo más, cuando me siento solo o que nadie me comprende o entiende. No me sueltes de tu mano, aunque yo me suelte de la tuya, no me abandones aunque todos me abandonen y me rechacen. Señor, dame la fuerza de tu Espíritu Santo para mantenerme unido a ti a través de la oración profunda e íntima, comunicarme contigo con plena confianza y obtener la gracia de ser fiel y superar todas las pruebas porque con tu ayuda todo es posible. Dame la sabiduría para descubrir lo mejor para mí y mi familia, para hacer tu voluntad y ayudar a los demás a que no se hagan daño, sino buscar su salvación y santificación. Madre Santísima, si ves que se me está acabando el vino de la alegría, de la paz, de la fortaleza, de hacer las cosas por amor, intercede ante tu hijo por mí y recuérdame que haga todo lo que Él me diga para que cambie mis acciones insignificantes y simples con su gracia en abundancia de su amor.

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

 

 En Cristo y Santa María de Guadalupe

  

Padre Enrique García Elizalde

 

Lunes VI de Pascua (27-mayo-2019)

Evangelio según san Juan 15, 26–16, 4

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré a ustedes de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí y ustedes también darán testimonio, pues desde el principio han estado conmigo.

Les he hablado de estas cosas para que su fe no tropiece. Los expulsarán de las sinagogas y hasta llegará un tiempo, cuando el que les dé muerte creerá dar culto a Dios. Esto lo harán, porque no nos han conocido ni al Padre ni a mí. Les he hablado de estas cosas para que, cuando llegue la hora de su cumplimiento, recuerden que ya se lo había predicho yo».

 

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¡Feliz Memorial Day!

 

En la primera lectura del libro de Hechos de los Apóstoles (Hch 16, 11-15) los discípulos predicaban y compartían la Buena Nueva de Jesucristo por todas partes y en todo momento. Ellos no tenían todos los medios de comunicación como nosotros  los tenemos (Internet, periódico, teléfono, TV, radio, etc.), para compartir el mensaje de Jesús. No había celulares, Twitter, Facebook ni ningún otro medio de redes sociales de comunicación, pero tenían la Palabra de Dios para compartir persona a persona con su testimonio, y eso es más poderoso.

 

El texto dice que se quedaron unos días y fueron “donde solían tenerse las reuniones de oración”. Esto es importante: necesitan descansar y recargar sus baterías espirituales a través de la oración. Todos aquellos que servimos al Señor, debemos tener equilibrio y balance en nuestra vida: trabajo-descanso-oración. No podemos hacer la obra del Señor sin Él por eso debemos estar conectados a Él.

 

Mientras buscaban un lugar para orar, se encontraron con Lidia, una mujer creyente en Dios, pero nunca había sido bautizada. Imagina que poderosa fue la predicación de San Pablo, que con la fuerza del Espíritu Santo, sus palabras deben haber traspasado los corazones de tanta gente, especialmente la de esta mujer (Lidia) y la de toda su familia ya que todos se bautizaron, “El Señor le tocó el corazón para que aceptara el mensaje de Pablo.” La importancia de que las mujeres (madres) guíen a sus hijos en la fe, porque estaba tan conmovida que ella y toda su familia se bautizaron, y luego invitó a los discípulos a quedarse en su casa. Esto es lo que puede hacer el poder del Anuncio de la Buena Nueva (kerygma). Esto me recuerda el primer día de la resurrección, fueron las mujeres las primeras en recibir la Buena Nueva, y las primeras también en transmitir su gozo y su testimonio a los Apóstoles.

 

Lidia, que abrió la puerta de la fe para Filipos, ya en Europa. Fue ella quien recibió en su casa a los predicadores del Evangelio, quien los hospedó con alegría, quien de alguna manera hizo posible el nacimiento de esa comunidad cristiana que le trajo tanto consuelo y soporte a Pablo: los filipenses. Aprendamos de esta mujer sencilla, abierta, humilde, franca y audaz; que nosotros, a ejemplo de ella, sepamos abrir nuestros hogares a la predicación, nuestros corazones al Evangelio, y nuestra voz a la proclamación de la fe que salva. Seamos instrumentos para que otros conozcan a Cristo.

 

¿Recargas tus pilas con oración todos los días?

¿Está tu corazón abierto al Espíritu Santo?

¿Traes a tu familia a los Sacramentos como lo hizo Lidia?

 

A partir de esta sexta semana de Pascua la Iglesia quiere que nuestra atención se concentre cada vez más en la llegada de la Promesa, es decir, el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo. No hay mejor camino para enamorarnos del Espíritu Divino que escuchar a Jesús cómo predica de su presencia, su eficacia y sus dones, y ello es lo que nos ofrecen los textos del evangelio de hoy y de los días siguientes.

 

Al Espíritu, en efecto, se le conoce fundamentalmente por su obra, y sólo después por su presencia. No está “ante” nosotros como Cristo, sino que percibimos su efecto en el modo como nos transforma consolándonos, educándonos, cambiando nuestra voluntad hacia el Bien y el Amor, es decir, para expresarlo de un modo corto: divinizándonos.

 

Hoy Jesús nos enseña que el Espíritu “da testimonio” de Él. El Espíritu es el “Gran Testigo” cuyo testimonio se apodera de nuestro entendimiento induciéndolo de modo suavísimo y firmísimo a la vez al perfecto asentimiento a la palabra predicada. Guiados por el susurro de este testimonio interior que nos convence y fortalece, llegamos a proclamar la fe, con lo cual este Testigo nos hace testigos y mensajeros de su Palabra. Por eso debemos pedir el don del Espíritu Santo todos los días y en cada momento de nuestra vida. ¡Ven, ven Espíritu de Dios, ven Espíritu Santo!

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

 

En Cristo y Santa María de Guadalupe

  

Padre Enrique García Elizalde

6º Domingo de Pascua (26 de mayo de 2019)

Evangelio según san Juan: 14, 23-29

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. La palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.

La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré a su lado’. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean».

 

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Hoy en la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles (15, 1-2, 22-29), vemos cómo está organizada y funciona la Iglesia desde el principio hasta nuestros días. Pablo y Bernabé fueron a Jerusalén para tratar el asunto con los apóstoles y los presbíteros, el centro de la Iglesia en ese momento, porque algunos de los convertidos al cristianismo pedían que los nuevos cristianos gentiles primero fueran circuncidados. Debido a que no tenían la tecnología de hoy (teléfonos, fax, WhatsApp, ni Internet), los “apóstoles y presbíteros, de acuerdo con toda la comunidad cristiana”, los líderes de la Iglesia en Jerusalén, enviaron a Judas y Silas, junto con Pablo y Bernabé a Antioquía para entregar el mensaje de la Iglesia.

 

Ellos querían que el pueblo de Antioquía supiera que este mensaje no solo venía de unas pocas personas, sino que venía de los líderes de la Iglesia, los Apóstoles, quienes oraban constantemente por la guía del Espíritu Santo. Esto nos muestra que desde el principio el Espíritu Santo está guiando a la Iglesia. Algunos puntos que son importantes y que quiero recalcar:

 

1) Ellos saludaron a los hermanos: “Nosotros, los apóstoles y los presbíteros, hermanos suyos, saludamos a los hermanos…convertidos del paganismo.”

 

2) Están enterados de los problemas: “Enterados de que algunos de entre nosotros,” es decir, como pastores están al pendiente de su comunidad.

 

3) Señalan los problemas y buscan soluciones: le aseguraron a la gente que aquellos que les habían dicho que debían ser circuncidados estaban enseñando “sin ningún mandato de nosotros, los han alarmado e inquietado a ustedes con sus palabras.” En otras palabras, la autoridad docente tiene que venir de la Iglesia, “hemos decidido de común acuerdo”. Si permitieran que todos decidieran por sí mismos, se produciría el caos.

 

Escuchamos de Jesús en el Evangelio este Domingo: “Pero el paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.” (Juan 14, 26) En otras palabras, Jesús tuvo que volver al Padre para que el Espíritu Santo viniera y guiara a la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Este mismo Espíritu Santo continúa guiando a la Iglesia en su autoridad docente hoy. Pero Jesús nos pide vivir en el amor.

 

El amor no es un mero sentimiento, el amor es compromiso, es fidelidad, es adecuación de la propia voluntad a la voluntad del otro, expresada en su palabra y en sus actos. Amar es acoger la palabra y dejarse transformar, afectar y orientar por ella. Con razón los enamorados se enfadan cuando el otro no se ajusta a lo que se le pide, a la voluntad expresada a través de la palabra. Con su afirmación: «El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada”, Jesús deja las cosas en claro con sus discípulos y, además, ofrece un resultado inesperado para quienes cumplan la palabra del Maestro: la inhabitación de las divinas personas en su corazón.

 

El auténtico discipulado queda perfectamente definido: discípulo es aquel que cumple la palabra de Jesús, es decir, que vive sin reduccionismo alguno el Evangelio. Sin esto, no hay discipulado alguno, la fe es pura ilusión y la salvación, imposible. Ni estar bautizado, ni hacer la primera comunión o ir a Misa, ni hacer “oración”, ni apegarse más o menos a cierto código moral, ni autonombrarse cristiano hacen a un discípulo; sólo la puesta en práctica del Evangelio lo consigue. Imaginen que practicáramos las enseñanzas de Jesús, todo lo que sucedería en  nuestras vidas: “Cuando hagas una fiesta, no invites a tus amigos, porque ellos, a su vez te invitarán a ti y quedarás recompensado. En cambio, cuando hagas una fiesta invita a los pobres, a los pecadores, a los últimos, que no podrán recompensarte; entonces tu recompensa será grande en los cielos”; “el que tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene”; “al que te golpee en la mejilla derecha, ofrécele también la izquierda”, “amen a sus enemigos, rueguen por los que los que los persiguen”… Eso es ser discípulo de Jesús y vivir el Evangelio. El mundo no podría seguir siendo el mismo.

 

Quien ama, cumple la Palabra, tiene el fruto más inmediato de la experiencia de la inhabitación de las divinas personas: “mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada”. Se subrayan tres momentos o experiencias absolutamente maravillosas: el amor del Padre, la venida del Padre y el Hijo, la inhabitación en el discípulo. La experiencia del amor del Padre no está condicionada por nada, claro está. El Padre ya nos ama, cumplamos o no su palabra. El amor del Padre antecede todo en nuestra existencia. Es el punto de partida de todo cuanto existe, de todo cuanto somos y de todo cuanto podemos aspirar a ser. El Padre nos ama porque somos sus hijos. Si cumplimos la enseñanza del Hijo podemos hacer nacer una determinada experiencia de amor en el Padre y motivar que Él venga y haga morada en nosotros, esto quiere decir… ¡que tenemos un poder inmenso al cumplir el Evangelio (amar)!

 

Ese nuevo amor pone su morada en nosotros y mejoramos nuestra vida, nos liberamos del pecado y nos vamos asemejando a su Hijo, con lo cual, con nuestra felicidad y plenitud que de todo ello se desprende, el Padre se goza más y más, simplemente porque nos ama y quiere lo mejor para nosotros.

 

La segunda consecuencia de nuestra puesta en práctica del Evangelio es la venida del Padre y del Hijo al discípulo. Se trata de una irrupción absolutamente nueva, distinta a la general presencia de Dios en todas las cosas y en todas sus criaturas, a las que sostiene en el ser. No, aquí se trata de una venida que tiene por destino el corazón del discípulo. Dios se embarca en la aventura de viajar hacia un hombre concreto; la puesta en práctica del Evangelio por parte de un alma sencilla, dócil y confiada, ejerce una irresistible fuerza de atracción sobre Dios, le atrae como si de un poderosísimo imán se tratase. Dios no puede resistirse ante el amor, porque él es el amor mismo. Y cuando de un discípulo se trata, el amor se llama obediencia. Nosotros no podemos decir que amamos a Dios, hasta que vivamos el Evangelio. No importa que seamos muy devotos y que hasta una lagrimita se nos salga a la hora de la consagración eucarística: si no cumplimos la Palabra, no amamos a Dios.

 

Pero cuando uno, ¡uno solo!, quizás el más pequeño e insignificante a los ojos de los hombres se anima a fiarse de la palabra de Jesús, se anima a creer que esa palabra tiene poder para salvarle a él y para cambiar el mundo, y se arriesga a llevarla a la práctica, entonces sucede el milagro: toda la inmensidad de Dios sufre un vuelco, una sacudida, que le hace voltear la mirada y fijarse en esa diminuta criatura que ha osado creer, que se ha atrevido a amar, que ha roto las naturales trabas del miedo y de la cobardía, y ha sido capaz de poner en práctica una enseñanza de Jesús. Y todo el peso de Dios se inclina hacia la imperceptible partícula de polvo (¡polvo insuflado por el Espíritu, y de qué manera!) dirigiéndose hacia ella sin que nada pueda detenerlo.

 

El Padre viene, así, para rescatarnos de nuestra orfandad, del exilio en el que nos encontrábamos, lejos de la casa paterna, siempre insatisfechos con las míseras posadas del mundo y de amores perecederos. El Hijo viene, para revelarnos nuestra propia identidad filial, para liberarnos de todo temor ante el encuentro con el Padre (antes, quizás, percibido como implacable Juez), para regocijarse con la experiencia de nuestra propia fe, pequeñita pero arrojada, insignificante en medio del mundo, impotente e inútil, pero, precisamente por eso, salvífica, abridora de nuevos horizontes, vencedora del mundo, como verdaderos Hijos, auténticos discípulos de Cristo y morada de Dios.

 

Finalmente, la puesta en práctica del Evangelio provoca la inhabitación de las divinas personas en el corazón del discípulo. Dios viene a morar en el corazón del hombre, en el corazón del exiliado. Y con ello, Dios se autoexilia también (¿Se habrá quedado el cielo vacío?) Muchos de nosotros sentimos miedo cuando nos confrontamos con el Evangelio; nos parece una propuesta fascinante, sí, pero imposible, romántica, inaplicable a la vida concreta. Nos paralizan nuestras propias creencias limitantes, nuestros complejos. Lo que no sabemos es que, una vez que nos atrevamos a poner en práctica uno sólo de los preceptos evangélicos, iniciará en nosotros una experiencia absolutamente nueva, algo que no habíamos sentido antes: una extraña, dulcísima y pacificadora Presencia en nuestro interior, un gozo que no se compara con las fugaces experiencias de alegría experimentadas con anterioridad, una claridad que se va haciendo camino en nuestra inteligencia y que nos va permitiendo re-descubrir todo lo que nos rodea, al verlo desde una perspectiva de hondura y de trascendencia que nos era desconocida; y una fuerza que sabremos no procede de nosotros  y que nos impulsará a enfrentar cualquier cosa, desafiando nuestros miedos y ensanchando incesantemente nuestros límites. Se habrá iniciado en nosotros la transformación total y definitiva por la amorosa presencia del Padre y del Hijo en nuestros corazones.

 

Por eso, el Evangelio sigue siendo la única puerta de acceso al misterio de Dios, y la única posibilidad de plenificación del ser humano. Porque el Evangelio de Jesús no es invención de hombres, sino revelación de Dios: “La palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió…” Si comprendiéramos esto, viviríamos con una única misión en el alma: comprender esa palabra y llevarla a la práctica.

 

Quizás algún día, Señor, te creeremos, quizás, cansados, tal vez, de buscar la felicidad en donde no se encuentra, nos atrevamos a probar a ver si en ti podemos hallarla. Quizás suceda el milagro de la fe en nuestros corazones y nos atrevamos a superar nuestros miedos y a ponerte a prueba, a ver si es cierto que tu Evangelio libera y salva. No te desanimes, Señor, al contemplar nuestra vida católica, muchas veces rutinaria y aburrida, irrelevante y hueca, superficial y desconectada del mundo y de sus sufrimientos. Señor, no pierdas la esperanza, Tú, autor de ella; quizás algún día nos decidamos a amarte, a creerte, a dar la vida por tu causa. Mientras tanto, sigue llamando a nuestra puerta; tal vez, aunque sea por cansancio, terminemos por abrirte. Esa será tu oportunidad…para hacer tu morada en nosotros.

 

¡Qué tengan un inicio de semana llena de bendiciones!

Jesus predicando

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

 

En Cristo y Santa María de Guadalupe

  

Padre Enrique García Elizalde

Sábado V de Pascua (25 de mayo de 2019)

Evangelio según san 15, 18-21

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si el mundo los odia, sepan que me ha odiado a mí antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya; pero el mundo los odia porque no son del mundo, pues al elegirlos, yo los he separado del mundo.

Acuérdense de lo que les dije: ‘El siervo no es superior a su señor’. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán, y el caso que han hecho de mis palabras lo harán de las de ustedes. Todo esto se lo van a hacer por mi causa, pues no conocen a aquel que me envió».

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Ayer fue una celebración de la ordenacion del Diácono Mauricio Tovar de la Arquidiocesis de Omaha, Nebraske. La celebración fue llena de alegría, paz y se podía experimentar la presencia de Dios. Hoy es la ordenación sacerdotal del Diacono Emmanuel Garduño de la Diócesis de Kansas City, St Joseph en Missouri. Es otro de los seminaristas egresados de Conception Seminary College y fui su superior de disciplina. Él es originario de Nezathualcoyotl, Mex. Oremos por todos nuestros sacerdotes y vocaciones consagradas al Señor.

 

Hoy en la primera lectura (Hch 16, 1-10) como san Lucas empieza a narrar los acontecimientos misioneros de Pablo: él será el protagonista de la tercera parte del   libro de Hechos de los apóstoles. El fragmento de hoy presenta el segundo viaje misionero, ya avanzado. Entre tanto ha tenido lugar la separación de Bernabé, a causa –según san Lucas- de una diferente valoración de la persona de Juan Marcos, quien los abandona en el primer viaje. Pablo elige como nuevo compañero a un discípulo suyo al que siempre le unirá un gran cariño: Timoteo. Quien se convertiría como en un hijo para Pablo. ¿Quién era Timoteo? Él era «hijo de una mujer judía que era creyente, pero su padre era griego.» Pablo lo hizo circuncidar, aunque no viera para ello necesidad doctrinal. Pablo se hace en verdad “todo para todos” por el Evangelio. El Espíritu Santo hace las veces de guía, corrigiendo la ruta de los misioneros, dándoles fuerzas, sosteniéndolos, guiándolos, pero sobre todo estando con ellos. No se trata de una acción organizada por los planes de los hombres, aunque estén llenos de fe y de celo por el Evangelio es obra del Espíritu Santo. En la acción de Pablo, el gran evangelizador de todos los tiempos no había demasiada organización, sino una gran disponibilidad a la acción del Espíritu.

Juntos Pablo y Timoteo predicaron la Buena Nueva de Jesucristo y muchas personas fueron agregadas a sus números. Ellos escucharon atentamente los impulsos del Espíritu Santo y fueron a donde fueron llamados. Ellos se dejaron guiar por el Espíritu Santo en todo momento. ¡Imagina la gran influencia en la educación que Timoteo recibió siguiendo a San Pablo! ¡Qué bendición debió haber sido, ser instruido por uno de los más grandes evangelistas de todos los tiempos!  ¿De qué manera influyen los demás en mí? ¿Quién es tu mentor? ¿Has elegido seguir a personas que te inspiran a ser un mejor discípulo de Cristo? ¿Estás atento a los impulsos del Espíritu Santo en tu vida?

El pasaje del evangelio del día de hoy contiene una advertencia de Jesús dirigida a sus discípulos sobre el odio y el rechazo del mundo que tendrán por delante. Si la nota distintiva de la comunidad cristiana es el amor, ahora el Maestro presenta a los suyos lo que caracteriza al mundo que les rechaza: el odio (v.18). El Señor advierte y explica ese odio del mundo y emite un juicio sobre el mismo.

El odio del mundo hacia la comunidad cristiana es consecuencia lógica de una opción de vida: los seguidores del Evangelio no pertenecen al mundo, y éste no puede aceptar a quien se opone a sus principios y opciones. Los creyentes, en virtud de su opción de vida a favor de Cristo, son considerados como extraños y enemigos. Su vida es una continua acusación contra las obras perversas del mundo y un reproche elocuente contra los malvados. Por eso es odiado y rechazado el hombre de fe.

 

Pero ¿Cómo se manifiesta el odio del mundo contra los discípulos? Mediante las persecuciones que han de padecer los creyentes por el nombre de Cristo. No son en verdad estas pruebas las que deben desanimar a los discípulos en su camino de fe ni en su misión de evangelización. También su Señor experimento la incomprensión y el rechazo hasta la muerte (v. 20). Es más, la persecución y el sufrimiento son una de las condiciones de la gloria que toda la comunidad cristiana debe compartir con su Salvador. La suerte de los discípulos es idéntica a la de Cristo: si éste ha sido perseguido, también lo serán sus discípulos; si éste fue escuchado, también lo serán los suyos (vv. 20ss).

Hoy recuerda que si pretendes vivir según tus convicciones de fe, no debe sorprenderte encontrar a tu alrededor la indiferencia o la hostilidad. No debe deprimirte que los medios de comunicación social se rían a menudo de manera sutil del estilo de vida cristiano, o que cuando expreses tus convicciones te vean como un anticuado/a, o que la gente te considere como alguien que pertenece a una era pasada, a una época de la que ya nos hemos despedido. Que no te abata el desaliento: eso es señal de que eres fiel a Cristo perseguido y a su Palabra de cruz. No debes entrar en crisis porque muchos no piensan en esa cruz como los seguidores de Jesús. Tú no debes de preocuparte por agradar a los demás sino a Dios. Estamos en el mundo pero no pertenecemos a este mundo.

¡Qué tengan un fin de semana llena de bendiciones!

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

 

En Cristo y Santa María de Guadalupe

  

Padre Enrique García Elizalde

Viernes V de Pascua (24 de mayo de 2019)

Evangelio según san Juan 15, 12-17

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.

 

No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros».

 

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Hoy quiero dar gracias a Dios porque a mis padres un día como hoy de hace 45 años se unieron en matrimonio sacramental ante el altar del Señor para formar una familia donde se bendiga el nombre de Dios. También por el aniversario sacerdotal del Padre Álvaro Soto Salgado quien fuera el párroco por 22 años  de la comunidad donde viven mis padres y quien es mi amigo y mentor. Una alegría más me ha regalado el Señor, hoy es la ordenación diaconal de uno de mis exalumnos: Mauricio Tovar de la Arquidiócesis de Omaha y será en Schuyler, Nebraska a las 6:00 PM  Pido sus oraciones por todos la fidelidad de todos los matrimonios, por mis padres, los sacerdotes para que seamos fieles a nuestra misión y los seminaristas para que entreguen su vida a Dios y al servicio de su pueblo.

 

En la primera lectura de hoy (Hch 15, 22-31) que es continuación de la lectura de ayer, vemos algunos puntos interesantes:

 

1) Se menciona por orden jerárquico (los apóstoles, los presbíteros y la comunidad cristiana),

 

2) hay comunión (de acuerdo con toda la comunidad) para tomar las decisiones (elegir y enviar); y

 

3) los eligen de acuerdo al testimonio y coherencia de vida de los elegidos (Judas ‘llamado Barsabás’ y Silas, varones prominentes en la comunidad). Es el modelo a seguir en nuestras comunidades y parroquias, siempre con la jerarquía, en comunión de amor y dando testimonio. Si así se eligieran a los coordinadores y servidores de los movimientos eclesiales o grupos parroquiales, habría una gran diferencia en nuestras parroquias.

 

Recordemos que Cristo vino a hacer la voluntad del Padre, eligió y formó un grupo de colaboradores en la misión (discípulos y apóstoles) y los envió a predicar y a vivir la Buena Nueva (el Evangelio). Creo que está mal empleado el término líderes en la Iglesia, porque Cristo no nos llama a ser líderes sino servidores unos de otros, es decir, en comunión y los primeros que debemos dar ejemplo de servicio, comunión y amor somos aquellos a quienes más se nos ha confiado.

 

Ellos querían que el pueblo de Antioquía supiera que este mensaje no solo venía de unas pocas personas, sino que venía de la jerarquía de la Iglesia (los Apóstoles), quienes estaban constantemente orando para pedir la guía del Espíritu Santo. Ellos le aseguraron a la comunidad que las personas que habían dicho que tenían que ser circuncidados los conversos, lo estaban enseñando “sin mandato” de ellos. En pocas palabras, la autoridad docente tiene que venir de la Iglesia. Así es como la Iglesia ha mantenido su enseñanza hasta el día de hoy, en comunión con el Papa y los sucesores de los apóstoles (los obispos). Cuando no se sigue esta práctica, termina en la división y cada quien quiere hacer lo que quiere,  como lo hemos visto a lo largo de la historia de la Iglesia. Jesús hace la voluntad de su Padre y vino para que seamos uno. Creo que Él debe estar triste por nuestra falta de unidad. La comunidad “se llenó de júbilo” porque la enseñanza venía de la autoridad de la Iglesia.

 

¿Cómo recibo las enseñanzas de la Iglesia transmitidas por el Papa y los Obispos?

¿Me llena de júbilo ser obediente a lo que me pide la Iglesia? ¿Prefiero hacer mi voluntad o la de Dios?

 

Probablemente has escuchado este pasaje del Evangelio muchas veces; incluso se nos pueden pasar por alto algunos detalles porque nos es muy familiar. Por supuesto, sabemos que debemos amarnos unos a otros de la manera en que Jesús nos ama, también que es más fácil amar a las personas cuando conoces el amor de Dios por nosotros. Hoy quiero cambiar la dirección de nuestra reflexión y voy más directo. ¿Pero cómo te ama Jesús? ¿Sabes que Él te ama lo suficiente como para dar su vida por ti? Cuando Jesús dice: «Ámense los unos a los otros», nos dice «como yo los amo» (Jn 15, 12). Él no dice «como yo te he amado». Él no está hablando de algo que hizo en el pasado. Él está hablando del hoy. Ahora mismo. ¡Porque Él siempre nos ama! (Presente).

 

Necesitamos el don de la fe para poder creerlo verdaderamente en lo profundo de nuestro corazón y no sólo sentirlo, porque el amor de Jesús está aquí y ahora para ti. Deberíamos conmovernos y adquirir una nueva percepción mientras estamos en oración, frente al Santísimo Sacramento o en la Santa Misa. ¡Muy cierto! Pero, ¿qué pasa con aquellos momentos en los que no estás involucrado en actividades «espirituales»? Sin duda, Jesús también te ama en esos momentos. ¿Acaso no? ¡Absolutamente! Jesús no tiene que esperar que vengas a Él en la oración. Él siempre te busca, te acompaña y está contigo. Él te ama en cada momento de tu vida, te ama a través de alguien que te hace una bondad, incluso si ellos no son conscientes de que Dios está obrando a través de ellos. Él te ama en los peores momentos de tu vida, aun cuando hayas pecado deliberadamente.  Recuerda que todo cuanto tienes y que cada una de las personas te deben de ayudar a descubrir el amor de Dios, bien sea por la bondad de sus actos o incluso por las acciones difíciles descubres que Dios está siempre contigo y no te abandona. Jesús te está amando hoy. No es un amor vago y teórico, platónico e idealista; sino es real, tangible y personal. Él no quiere que sea solo una cosa del pasado que recuerdes. Él quiere que lo experimentes todos los días y en cada momento de tu vida. Así que estemos alerta a su mensaje de amor.

 

Voy a contarles una historia que me encanta y dicen que una vez Santa Teresa de Jesús, en uno de sus viajes para fundar nuevos conventos, cayó por un barranco con su montura y equipaje, y al verse allí tirada por tierra, con todas sus pertenencias esparcidas por el suelo, se quejó amargamente con el Señor, con quien tenía la gracia de poder conversar familiarmente, diciéndole algo así: – ¡Señor, voy recorriendo estos caminos a tu servicio, pasando penalidades por el día y malas noches en malas posadas… y Tú consientes que me pase esto! A lo que el Señor le respondió: – Teresa, así trato yo a mis amigos. Y dicen que Teresa de Ávila le contestó, «¡Por eso tenéis tan pocos!» Y es cierto, quien se mantiene fiel en las dificultades es amigo del Señor.

 

Hoy Jesús te va a mostrar su amor de alguna manera. ¡Recíbelo y pídele al Padre para que te conceda cuanto le pidas en nombre de Jesús!

 

¡Qué tengan un fin de semana llena de bendiciones de colores!

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

 

En Cristo y Santa María de Guadalupe

  

Padre Enrique García Elizalde

Jueves V de Pascua (23 de mayo 2019)

HECHOS DE LOS APOSTOLES 15, 7-21

 

Por aquellos días, después de una larga discusión sobre el asunto de la circuncisión, Pedro se levantó y dijo a los apóstoles y a los presbíteros:

 

“Hermanos: Ustedes saben que, ya desde los primeros días, Dios me eligió entre ustedes para que los paganos oyeran, por mi medio, las palabras del Evangelio y creyeran. Dios, que conoce los corazones, mostró su aprobación dándoles el Espíritu Santo, igual que a nosotros. No hizo distinción alguna, ya que purificó sus corazones con la fe.

 

¿Por qué quieren irritar a Dios imponiendo sobre los discípulos ese yugo, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido soportar? Nosotros creemos que nos salvaremos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos”.

 

Toda la asamblea guardó silencio y se pusieron a oír a Bernabé y a Pablo, que contaban las grandes señales y prodigios que Dios había hecho entre los paganos por medio suyo. Cuando terminaron de hablar, Santiago tomó la palabra y dijo:

 

“Hermanos, escúchenme. Pedro nos ha referido cómo, por primera vez, se dignó Dios escoger entre los paganos un pueblo que fuera suyo. Esto concuerda con las palabras de los profetas, porque está escrito: Después de estos sucesos volveré y reconstruiré de nuevo la casa de David, que se había derrumbado; repararé sus ruinas y la reedificaré, para que el resto de los hombres busque al Señor, lo mismo que todas las naciones que han sido consagradas a mi nombre. El Señor que hace estas cosas es quien lo dice. Él las conoce desde la eternidad.

 

Por lo cual, yo juzgo que no se debe molestar a los paganos que se convierten a Dios; basta prescribirles que se abstengan de la fornicación, de comer lo inmolado a los ídolos, la sangre y los animales estrangulados. Si alguien se extraña, Moisés tiene, desde antiguo, quienes lo predican en las ciudades, puesto que cada sábado se lee en las sinagogas”.

 

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En la lectura de Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado en estos dias, aparentemente Pablo había logrado una gran victoria en el Concilio de Jerusalén: de hecho, fue su punto de vista el que triunfó y la decisión tomada con respecto al papel de la Ley en lo que atañe a la predicación a los pueblos no judíos. Lo acordado fue que no había que exigir el cumplimiento de la ley judía, la ley de Moisés, a los no judíos, y esto era precisamente lo que se acordó y que Pablo quería que se dijese.

 

Sin embargo, ahora pareciese que es el mismo Pablo es quien introduce a Timoteo en las prácticas judías a través del antiguo rito de la circuncisión. ¡Algo aparentemente contradictorio! Pablo enseñaba que hemos sido liberados de la ley judía y ahora circuncida a Timoteo. La contradicción, es sólo aparente, porque, si bien no estamos obligados a practicar la ley judía, no es cierto que los judíos por nacimiento estén prohibidos de practicarla. No estar obligado a hacer algo no significa estar obligado a no hacerlo.

 

Pablo pereciera que era inflexible o autoritario, pero nos da una buena lección, no sólo de “apertura”, sino sobre todo de la primacía de las “razones del amor”, es decir, que busquemos el bien y la salvación de quienes amamos.

 

Además, podemos descubrir como Dios trabaja de manera misteriosa en nuestra vida y en la vida de la Iglesia. Veamos “detrás de la escena” el primer concilio de la Iglesia, el Concilio de Jerusalén (la primera reunión de los líderes de la Iglesia, los apóstoles, quien a la cabeza de ellos está Pedro). Jesús escogió a Pedro, Santiago y Juan para ocasiones especiales como la Transfiguración y la agonía en el huerto de los olivos. Observemos que en la lectura de hoy que Pedro es el líder, jefe de la Iglesia, con Santiago a su lado.

 

Ellos estaban debatiendo si los paganos convertidos deben ser circuncidados. Pedro les dijo que Dios no hace distinción entre judío y pagano. Dios les concedió el Espíritu Santo a los paganos y purificó sus corazones, así que no había necesidad de que debieran ser circuncidados. Luego Pablo y Bernabé compartieron historias de “las grandes señales y prodigios que Dios había hecho entre los paganos por medio suyo.”

 

El Espíritu Santo guío y sigue guiando a la Iglesia en los momentos difíciles y críticos, porque Jesús nos prometió su asistencia y que nos enviaría al Paráclito, es decir, quien nos hace los paros antes las dificultades con las cuales no podemos y sobre todo para vencer al enemigo. Jesús había venido a salvar a cada ser humano sin distinción – rico y pobre, judío y pagano, hombre y mujer, etc. A todos nos ofrece su gracia y estamos llamados a una relación profunda con Jesús para vivir una vida en abundancia y llegar al cielo.

 

Después del debate, decidieron que los nuevos convertidos no necesitaban ser circuncidados, pero les pidieron que se abstengan de la “fornicación, de comer lo inmolado a los ídolos, la sangre y los animales estrangulados.” En otras palabras, no pusieron cargas pesadas sobre ellos, pero al mismo tiempo había reglas que debían seguir, es decir, cierta disciplina. Es importante observar que la palabra discípulo tiene la misma raíz que disciplina, por ellos el discípulo debe de tener la disciplina de parecerse al maestro.

 

A veces, en la Iglesia de hoy en día la gente piensa que hay demasiadas reglas. Es cierto que “somos salvados por la gracia de nuestro Señor Jesús.” La gracia siempre es primero porque Dios nos ama primero. Sin embargo, Dios y la Iglesia han ofrecido reglas (disciplina) y leyes para mantenernos en el camino del Señor. Por ejemplo, Dios nos dio los Diez Mandamientos para protegernos porque nos ama. La Iglesia, guiada continuamente por el Espíritu Santo, nos da leyes para protegernos porque Dios nos ama.

 

Cuando vivimos una vida disciplinada se refleja en nuestras propias vidas. Cuando seguimos los caminos del Señor, tenemos una vida disciplina (oración, estudio y caridad en acción) viene una transformación a nuestro alrededor y los frutos son la paz, la libertad y la alegría. Sin embargo, cuando sigues tus propios caminos egoístas de pecado y una vida de indisciplina (no ser discípulo), te llevan a la tristeza, a la miseria, a la frustración y a la esclavitud; es decir, a una vida miserable.

 

Somos destinatarios afortunados de este primer consejo de la Iglesia y los concilios subsecuentes. Cuando nos enfrentamos con algo nuevo que no es explícito en las Escrituras, como el aborto, fertilización in-vitro, contraconceptivos, y clonación, la Iglesia, inspirada por el Espíritu Santo, se reúne para discernir la voluntad de Dios. Los líderes de la Iglesia oran, debaten y enseñan en el nombre del Señor. Estas enseñanzas no son fáciles de seguir siempre, como muchas cosas en la Biblia, pero son para el bien de nuestra salvación, porque esto es la disciplina, hacernos discípulos de Jesús. Él quiere que seamos sus discípulos y que hagamos discípulos para Él.

 

¿Cómo veo las “reglas” y “leyes” de la Iglesia?

¿Creo que el Espíritu Santo guía el mundo y mi vida por medio de Su Santa Iglesia?

¿Soy verdadero discípulo de Jesús y he hecho a otros discípulos de Jesús?

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

En Cristo y Santa María de Guadalupe

Padre Enrique García Elizalde

 

Miércoles V de Pascua (22 de mayo de 2019)

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.

Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.

Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos».

 

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¡Desarrolla tu talento, ofrécelo con creatividad y veras lo que sucede en tu vida!

 

En la primera lectura (Hch 15, 1-6) vemos que algunos discípulos-cristianos de Judea fueron a Antioquía y les enseñan a los hermanos que deben circuncidarse conforme a la ley de Moisés para salvarse. No específica los nombres y ellos creían que deberían ser primero judíos para poder ser herederos de las promesas de Dios, para poder después recibir a Jesucristo. Vemos que esto provocó una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y ellos y algunos más fueron a Jerusalén para tratar el asunto con los apóstoles y los presbíteros; además, la comunidad cristiana los proveyó para el viaje, y ellos contaban por donde pasaban a los hermanos cómo se convertían los paganos, y los llenaban de gozo con esta noticia. Aquí aprendemos que aunque desde inicios de la Iglesia ha habido discusiones y diferentes puntos de vista, la clave siempre es:

1) Ir a la autoridad de la Iglesia (los apóstoles),

2) Resolver los problemas unidos (Pablo, Bernabé, algunos hermanos más y los apóstoles),

3) Que la comunidad los acoja con amor (proveerlos, llenarse de gozo y recibirlos),

4) Que no intervengan personas sin suficiente experiencia en el caminar del Señor y no dispuestos a dejarse transformar y cambiar su vida por Cristo (algunos de los fariseos convertidos), pero sobre todo dejarse guiar por el Espíritu Santo.

 

Pablo y Bernabé comparten sus historias sobre cómo Dios actúa entre ellos. Esto hoy mismo sucede con nosotros, nuestras historias deben mostrar la bondad de Dios, señalar la verdad alentadora de que Dios está de nuestro lado, y que nuestro amor a Dios y a nuestros hermanos es más grande que cualquier diferencia que podamos encontrar en la comunidad (Iglesia), porque estamos por Dios y no por los demás. Debemos tener presente siempre que Dios debe ser el centro de nuestras vidas y acciones, a quien servimos y  compartir nuestras historias con nuestros hermanos para solidificar nuestra fe con el testimonio. Cuando compartimos lo que Dios ha hecho por nosotros, puede ayudar a otras personas a aceptar el hecho de que Dios todavía está transformándonos y puede actuar en ellos. Entonces, pueden atreverse a creer: «Dios lo hizo por ellos». Puede ser que Él también puede hacerlo por mí.» De esta manera, contar nuestras historias (testimonios) puede ser una herramienta para acercar a las personas a Dios y nuestras vidas e historias deben dirigir a las personas hacia Jesús. Para que juntos “Vayamos con alegría al encuentro del Señor. Aleluya.” (Salmo 121, 1ss) Por el amor que tengo a mis hermanos,  voy a decir: «La paz esté contigo». Pediré para ti todos los bienes.

 

 

En el texto del  Evangelio de hoy (Jn 15, 1-8), Jesús se dirige a sus discípulos, es decir, a cada uno de nosotros que queremos seguirlo y nos habla de la unidad al Padre a través de Él. Hay una profunda relación entre “permanecer” y “producir fruto” y Jesús, sirviéndose de una comparación, habla de sí mismo como de la vid verdadera: una imagen que ya habían usado a menudo los profetas para describir a Israel, la vid infecunda (cf. Is 5). Una vida que da fruto es una vida que tiene propósito, significado, sentido y por consiguiente tiene alegría, fuerza. En cambio una vida encerrada en sí mismo, una vida que no está conectada a su fuente (Dios), es una vida estéril, una vida que se convierte en un pequeño infierno (fuego). Por eso Cristo nos habla de dar frutos, ser fecundos (ofrecer vida a otros: física y espiritual) pero debemos estar unidos a Él. Pero no cualquier fruto, sino del fruto que permanece, es decir, el que te lleve a la vida eterna.

 

¿Qué tipo de vida quieres: una vida con fruto o infecunda?

¿Qué tipo de frutos das en tu vida: los que permanecen o uno que sirve para alentar el fuego eterno?

 

La clave es que quien permanece unido a Cristo puede dar al Padre, frutos de amor, para que este fruto sea copioso, el Padre-viñador realiza todos los cuidados, corta los sarmientos no fecundos y poda los fecundos. Esta obra de purificación se realiza cuando la Palabra de Jesús es acogida en un corazón bueno (v.3): entonces esta Palabra guía las acciones del hombre y lo hace amigo de Dios, cooperador en su designio de salvación, colaborador de su gloria (v.7).  Hay que permanecer unidos a Cristo para dar frutos. Solamente teniendo una relación profunda con Él podemos permanecer unidos y dar frutos pero frutos que permanezcan, es decir, que te lleven al cielo. Acrecienta y fortalece tu relación con Cristo, para que dé frutos en tu vida; hazlo a través de la lectura, meditación y estudio de la Palabra de Dios, frecuente recepción de la Eucaristía, la confesión, actos de amor y sacrificio por Él, la entrega generosa de nuestra vida, el amor y servicio a los demás. Tres pasos claves que son fundamentales para acrecentar nuestra comunión con Cristo: fe-piedad, estudia y actúa.

 

¿Qué tipos de frutos hay en tu vida? ¿Los frutos que das te van a llevar al cielo?

 

¡Qué tengan un a lleno de bendiciones de colores!

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

En Cristo y Santa María de Guadalupe

Padre Enrique García Elizalde