Viernes XX del Tiempo Ordinario – Fiesta de San Bartolomé, Apóstol

Evangelio según san Juan 1, 45 – 51

En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José». Natanael replicó: «¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?» Felipe le contestó: «Ven y lo verás».

 

Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: «Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez». Natanael le preguntó: «¿De dónde me conoces?» Jesús le respondió: «Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera». Respondió Natanael: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel». Jesús le contestó: «Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver». Después añadió: «Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

 

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Reto Trivia Vida de los Santos del mes de agosto, cada día publicaré la vida de un santo y deberás de enviar tus respuestas del mes correspondiente al correo electrónico penriquegarcia@gmail.com del 1º  al 5 de cada mes.  Los resultados se publicaran el día 10 de cada mes.  ¿Aceptas el Reto de la Trivia de la Vida de los Santos? Para el mes de agosto la trivia de la vida de los santos del #73 al #103. ¡ESPERO SUS RESPUESTAS!

 

Celebramos la fiesta del Apóstol San Bartolomé. No sabemos mucho acerca de Bartolomé. Una antiquísima tradición identifica al apóstol San Bartolomé con el Natanael que aparece en el evangelio de hoy. Él es nombrado en los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) y en los Hechos de los Apóstoles como uno de los doce apóstoles. Por lo general se menciona en relación a Felipe.

 

Jesús dice a Natanael que lo ha reconocido cuando estaba bajo la higuera. Es una expresión que alude al modo típico de enseñar de los rabinos de la época. Era el estilo sencillo de los maestros judíos. Y lo grande de Bartolomé es que siendo maestro aceptó ser discípulo. No fue de aquellos que creen saber lo suficiente como para no aprender más. Es importante tener conocimientos pero no sirve de nada si uno no sabe cuánto ignora porque deja uno de aprender y la soberbia es nuestra perdición. La verdadera sabiduría empieza en aquella frase de profunda humildad de San Agustín: «¡Ay de mí, que ni siquiera sé cuánto ignoro!» Aquel que se hace una idea de su propia ignorancia nunca será tan maestro que se le olvide ser discípulo.

 

Es propio de quien ama la sabiduría ponerla en primer lugar, incluso por encima de sí mismo. Ahora bien, es un hecho que el orgullo trata de que nunca reconozcamos nuestras fallas, pecados o equivocaciones. Sin embargo, quien ama la sabiduría prefiere pasar por ignorante o pecador y no teme desdecirse, porque sabe que cada mentira desechada es una verdad conquistada.

 

También en esto es ejemplo Bartolomé, según el texto que hemos leído. Cuando al principio le hablaron del Mesías, este rabino tomó una actitud despectiva, fundada únicamente en sus conocimientos humanos; por ello preguntó con displicencia: «¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno?» Luego se encontró con Jesús mismo y supo reconocer la grandeza de aquel que le saludaba. Contradiciendo su expresión previa ahora supo exclamar: «Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel!» Un cambio notable que le dejaba en realidad humillado, por lo menos frente a Felipe que había presenciado la actitud primera.

 

Aprendamos de este ejemplo que no se alcanza la verdad sin la humildad y que no se llega a la sabiduría sino liberándose del pesado fardo del orgullo.

 

Otra cosa más que podemos aprender del pasaje de hoy es que Jesús nos conoce muy bien. Jesús sabía que «no había duplicidad en él.» Jesús nos conoce mejor que nosotros mismos, porque es Dios y conoce lo que hay en nuestro corazón, nuestros anhelos, deseos y necesidades. Él ve en nuestros corazones y sabe lo que estamos pensando y sintiendo. Jesús conoce nuestros pensamientos más íntimos por ello debemos de evitar una doble vida (duplicidad), porque puede ser aterrador pensar que el Señor conozca todo sobre nosotros y engañarnos a nosotros mismos para justificar nuestras acciones pecaminosas.

 

¿Alguna vez has tratado de justificar tu vida de pecado? El remedio es la oración en silencio y meditar las Sagradas Escrituras porque ahí Dios nos habla lo que debemos cambiar en nuestra vida. Además, de la Confesión y la Dirección Espiritual porque nos llevan a conocer las profundidades de nuestra alma y reconocer que somos pecadores y traer a la Luz del Espíritu Santo nuestras faltas y heridas para que sean sanadas. Recomiendo la adoración ante el Santísimo Sacramento porque frente a Él y en el silencio, nos dejamos transformar como lo hizo Bartolomé. Cuando hago mi visita a Jesús sacramentado todos los días es cuando mi vida cambia. En nuestra vida necesitamos tener amigos que nos ayuden a ser mejores y no cómplices que nos solapen nuestros errores y pecados.

 

Al entrar al seminario, en mi primer año me mandaron de apostolado a la Parroquia de San Agustín Acolman, en el Estado de México y atendía varias comunidades, unas de ellas eran San Marcos Nepantla, San Juan Bautista y San Bartolo (Bartolomé). En esta última tuve una experiencia increíble que les voy a contar a continuación. Yo rezaba el santo Rosario a las 5:00 am en la capilla con micrófono en mano y sucedió que un día no servía el aparto de sonido y esa misma mañana recibí muchas cartas pero recuerdo una en particular que tenía una nota donde una persona me decía: “Por favor seminarista,  no deje de rezar el Santo Rosario en voz alta porque cuando usted lo reza, yo lo escucho y también lo rezo mientras ordeño mis vacas.”

 

Me quede sorprendido porque pensaba que solamente las personas que estaban en la Iglesia me acompañaban a rezarlo pero en realidad gran parte del pueblo lo hacía y desde entonces me gusta rezarlo en voz alta para que otros también lo recen. Allí también aprendí que san Bartolomé vio a Jesús, se dejó transformar por Él, proclamó su señorío («tú eres el Hijo de Dios»), se hizo su discípulo, y lo siguió hasta dar la vida por Él. Siempre pido al Señor por las comunidades donde he estado y las consagro a María Santísima de Guadalupe para que seamos fieles discípulos y apóstoles del Señor.

 

¿Lo que he aprendido y sé me ayuda a ser más humilde y santo?

¿Qué me está atando o esclavizando a  vivir una vida de duplicidad o engañosa?

¿Qué medios debo de utilizar para tener una vida más integra y vivir como Dios quiere?

 

Señor, Tú sabes todo lo que hay en mi corazón porque Tú me conoces mejor que yo a mí mismo. Tú me has formado en el vientre de mi madre a tu imagen y semejanza para ser profeta de las naciones. Me conoces cuando me acuesto y cuando me levanto. Sí Señor, he caído y soy un pecador y necesito tu gracia y tu amor porque sigo siendo tu hijo amado y sin ti nada puedo. Ayúdame a traer todas mis heridas a Tu luz porque Tú deseas amarme y sanarme. Jesús, como San Bartolomé yo confío en ti. Ayúdame a reconocerte en cada momento de mi vida y ayúdame a seguirte a donde sea que me lleves haciendo siempre tu voluntad.

 

Reto Trivia Vida de los Santos del mes de agosto. #96 Santa

 

Nuestra Santa de la Trivia del día de hoy, nació en 1797 a Gaillac (Francia).  En 1810 queda huérfana de madre. Recibe la primera comunión a los 13 años en la capilla del convento en donde se educa, La Congregación de Nuestra Señora fundada en el siglo XVIII. En la adolescencia se aleja del Señor pero en su juventud tiene un encuetro con el Señor y lo describe así:

«Un día, estando sola en la habitación, fui como transportada en Dios. De súbito me sentí dominada, casi deslumbrada, por una luz brillante que me envolvía. Pareció me que ésta venía del cielo, y allá dirigí mis ojos, poniéndome de rodillas. Esto duró sólo unos instantes, si bien el gran arrobamiento que me produjo este toque de la gracia no me hizo perder en absoluto el uso de mis facultades. El favor señalado que el Señor me concedió me impulsó a tomar la resolución de pertenecerle a Él enteramente…»

En el 1832 fundó en su ciudad, una Congregación misionera: las hermanas de San José de la Aparición. Este nombre evoca la aparición del Ángel a San José, relatada en Mt 1, 20-24. Las hermanas de esta Congregación se esfuerzan, como San José, de contribuir a la realización del Plan salvador de Dios para la humanidad, testimoniando que Dios ha amado tanto al mundo que le ha entregado a su propio Hijo.

En 1835 llega al puerto de Argel «la ciudad blanca»  junto con otras 3 religiosas de su congregación naciente, para desplegar ante las gentes mahometanas del África «todas las formas de la caridad.»  Murió en Marsella en 1856, y fue canonizada en 1951.

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

 

En Cristo y Santa María de Guadalupe

 

Padre Enrique García Elizalde

 

 

 

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