Miércoles XV del Tiempo Ordinario

Evangelio según san Mateo 11, 25-27

En aquel tiempo, Jesús exclamó: «¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.

 

El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

 

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Reto Trivia Vida de los Santos del mes de julio, cada día publicaré la vida de un santo y deberás de enviar tus respuestas del mes correspondiente al correo electrónico penriquegarcia@gmail.com del 1º  al 5 de cada mes.  Los resultados se publicaran el día 10 de cada mes.  ¿Aceptas el Reto de la Trivia de la Vida de los Santos? Para el mes de julio la trivia de la vida de los santos del #43 al #72. ¡ESPERO SUS RESPUESTAS!

 

Es frecuente que pensemos que la voluntad de Dios sólo se realiza interrumpiendo el curso de los hechos. Por ejemplo: se planea un ataque terrorista que podría matar a cientos de inocentes; Dios interviene y frustra el ataque. ¿Qué diríamos? Seguramente: «se hizo la voluntad de Dios, que no dejó que esos facinerosos hicieran su propia voluntad.»

Es verdad que Dios a veces parece interrumpir el curso de los hechos, casi como si el director de una película de cine gritara «¡corten!» para enmendar el guión y luego sí seguir rodando la escena. Sin embargo, de la primera lectura (Is 10, 5-7. 13-16) debemos aprender que no siempre es así.

El contexto es este: Asiria está en la cumbre de su poder y su expansión. Llenos de orgullo, los asirios avanzan imparables hacia el sur. Desde su punto de vista, es la voluntad de ellos la que se está cumpliendo. El profeta Isaías, tiene sin embargo otra opinión. Asiria es un instrumento en las manos de Dios. Lo que ellos creen que es un triunfo suyo no es sino el lugar que ocupan en un plan más amplio, que no alcanzan a ver ni tampoco les interesa ver. En ese plan más amplio, que es el de la voluntad divina, los asirios son un accidente relativamente menor, que viene como a cumplir una cierta función para pronto desparecer. La comparación es precisa: son el «hacha,» y quien blande esa hacha es Dios. Tal vez la lección más importante que podemos aprender de este ejemplo, que es plenamente histórico, es que podemos esperar siempre que Dios actúe pero no debemos esperar que para actuar detenga a los demás actores.

 

Así como uno puede pasar por encima de un tronco viejo sin descubrir sus retoños nuevos, así uno puede pasar por el mundo sin descubrir los brotes del Reino. Hablando en términos generales, que son los términos de los grandes teoréticos, los grandes estrategas y los grandes comerciantes, el Reino no importa mucho. En términos generales y en una visión de bulto el Reino hace poco y pesa poco. Más hay gente, la gente sencilla, la gente pequeña, que no tiene una vida grande sino una vida pequeña, y por eso tienen ojos para descubrir el misterio, la belleza y la fecundidad de lo pequeño. Así nos lo muestra Jesús en el evangelio de hoy.

 

Los «sabios y entendidos» buscan la verdad en aquello que se impone. Necesitan ser abrumados por el poder de algo para desear comprenderlo. El Reino de Dios se les escurre entre los dedos y travieso se oculta a sus ojos. El que se impone es débil porque no puede vencer la verdadera fortaleza del hombre, que es su corazón. Allá, en esa fortaleza, es donde nos encerramos a odiar a los que nos oprimen y a maldecir a los que pretenden imponerse sobre nosotros. Por eso el Reino no se impone, porque el que tiene que imponerse en ello mismo demuestra que nada puede frente a la muralla interior que cada uno construye en su corazón.

 

Los sencillos y humildes, en cambio, han aprendido otro lenguaje. Saben distinguir las señales de auxilio del que padece necesidad quizá porque han tenido que utilizarlas en su momento. Saben que todos pasamos por horas difíciles en las que nada podemos y todo necesitamos. Ese es el lenguaje del Reino de Dios. Ese es el lenguaje de Jesús. Ese es la atmósfera que irradia, discreta y humilde y pura, la Eucaristía.

 

Reto Trivia Vida de los Santos del mes de julio. #59 

Cuando el Emperador Teodosio, el Grande, buscaba un buen profesor para sus dos hijos, el Papa San Dámaso le recomendó al Santo de la trivia del día de hoy, un senador sumamente sabio y muy práctico en sus consejos.

Durante diez años, el  Santo de la trivia del día de hoy vivió en el palacio del Emperador, educando a sus dos hijos, Arcadio y Honorio.

Estando un día orando en medio de una gran crisis espiritual, mientras le pedía a Dios que le iluminara lo que debía hacer para santificarse, oyó una voz que le decía: «Apártate del trato con la gente, y vete a la soledad».  Entonces, dispuso irse al desierto a orar y a hacer penitencia con los monjes.

Cuando llegó al Monasterio del desierto, los monjes, sabiendo que había estado viviendo tanto tiempo como senador y como alto empleado del palacio imperial, dispusieron ponerle algunas pruebas, con el objetivo de saber si en verdad era apto para esa vida de humillación y mortificación.

 

Fue ahí donde el Santo de la trivia del día de hoy  se hizo muy conocido por todos, a causa de sus penitencias extraordinarias.

 

Por muchos siglos han sido enormemente estimados los dichos o frases breves, que nuestro Santo de la trivia del día de hoy  acostumbraba expresar a la gente.

 

Desde remotas tierras iban viajeros ansiosos de escuchar sus enseñanzas, que eran cortas pero bastante provechosas.

 

Entre varias de sus enseñanzas o frases que el Santo pronunciaba, están: «Muchas veces he tenido que arrepentirme de haber hablado. Pero, nunca me he arrepentido de haber guardado silencio». O: «Siempre he sentido temor a presentarme al juicio de Dios, porque soy un pecador».

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

  

  En Cristo y Santa María de Guadalupe

  Padre Enrique García Elizalde

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