Martes XXIV del Tiempo Ordinario

Evangelio según san Lucas  7, 11-17

En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.

Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Acercándose al ataúd, lo tocó, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús dijo: «Joven, yo te lo mando: Levántate». Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.

Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo».

La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.

 

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Reto Trivia Vida de los Santos del mes de septiembre, cada día publicaré la vida de un santo y deberás de enviar tus respuestas del mes correspondiente al correo electrónico penriquegarcia@gmail.com del 1º  al 5 de cada mes.  Los resultados se publicaran el día 10 de cada mes.  ¿Aceptas el Reto de la Trivia de la Vida de los Santos? Para el mes de septiembre la trivia de la vida de los santos del #104 al #133. A las personas que envíen sus respuestas en este mes de septiembre dedicado a la Biblia, les enviaré una Biblia Gratis. ¡ESPERO SUS RESPUESTAS!

 

Este fragmento del Evangelio que escuchamos hoy es exclusivo de Lucas, y por eso podemos analizarlo con la intención de recoger algunas características típicas del tercer evangelista. Es una tarea que no resultará difícil. El milagro sucede en Naím, una pequeña villa de Galilea cerca diez kilómetros al sureste de Nazaret. No se menciona en otra parte de la biblia.

 

Los exégetas señalan que a Lucas le gusta relacionar a Jesús con el profeta Elías (cf. 1Re 17, 10-24) y también con el profeta Eliseo (2 Re 4, 18-37): en ambos casos se narra la resurrección de dos hijos únicos de madres viudas. Sabemos asimismo que Lucas presta una atención particular a las mujeres, tanto en el tercer evangelio como en los Hechos. También aquí la figura de la madre viuda que ha perdido a su único hijo produce un impacto en Jesús, el cual “al verla, se compadeció de ella y le dijo: No llores” (v.13). Jesús tiene una atención especial en favor de los débiles y de los marginados, y está fuera de toda duda que la mujer, en aquella sociedad, pertenecía a esta categoría de personas porque su sustento dependerá de la caridad de otros en Israel (Deut 26, 12). San Ambrosio dijo que la viuda significa la Iglesia Madre, llorando por aquellos que están muertos en el pecado y son llevados más a través de la seguridad de sus puertas. Las multitudes que miran alabarán al Señor cuando los pecadores resuciten de entre los muertos y sean restituidos a su madre.

 

Jesús tocó el féretro, este fue un gesto impactante. Aunque la Ley Mosaica advierte que el contacto con los muertos deja a los israelitas sucios durante toda una semana (Núm 19, 11-19), Jesús revierte este resultado esperado con su poderosa palabra, levántate. Al resucitar a los muertos, él elimina la causa misma de la contaminación legal y, por lo tanto, sus efectos no deseados. Jesús en otra parte resucita a la hija de Jairo (Lc 8: 40-56) y a Lázaro (Jn 11, 17-27) como signos de la llegada del Mesías (Lc 7:22; CEC 994)

 

Por último, Jesús es aclamado como profeta; más aún, como “un gran profeta” (v.16): según Lucas, este título tiene una peculiar carga de significado. Jesús es profeta no sólo por lo que “dice”, y lo ha manifestado desde el primer gran discurso pronunciado en la sinagoga de Nazaret (4, 14ss), sino también por lo que “hace” (acciones y gestos) y, sobre todo, por el modo como se comporta (siente compasión, o sea, se conmueve por dentro compartiendo el sufrimiento de aquella madre). De este modo se manifiesta Jesús como un profeta en el sentido más cabal del término: no sólo porque lleva la Palabra de la revelación de parte de Dios, sino también porque se pone completamente de parte de los hombres.

 

Si somos discípulos de Jesús debemos poner todos nuestros talentos y dones para ayudar a los demás, actuando con compasión con los demás para que nuestras palabras y acciones los levanten de la cultura de la muerte en que vivimos.

¿Tus palabras y acciones inspiran a otros a ser discípulos de Cristo?

 

Reto Trivia Vida de los Santos del mes de septiembre. #121 

Fraile franciscano, Patrón de los estudiantes. Nuestro santo se celebra el 18 de septiembre y nació el 17 de junio de 1603 en el pequeño pueblo italiano llamado Copertino (Lecce). Sus padres eran muy pobres.

A los 17 años pidió ser admitido a la orden franciscana pero no fue aceptado. Pidió que lo recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego, pero después de ocho meses fue expulsado porque era en extremo distraído. Dejaba caer los platos cuando los llevaba para el comedor. Se le olvidaban los oficios que le habían asignado. Parecía que estaba siempre pensando en otras cosas. Por no cumplir bien con sus deberes tuvo que dejar el convento.

Al verse desechado, José buscó refugio en casa de un familiar suyo que era rico, quien declaró que este joven «no era bueno para nada», y lo echó a la calle. La mamá le rogó insistentemente a un pariente que era franciscano, para que le recibieran al muchacho como mandadero en el convento de los frailes.

Conversión
Sucedió entonces, que en nuestro santo se obró un cambio que nadie había imaginado. Lo recibieron los frailes como obrero y lo pusieron a trabajar en el establo y empezó a desempeñarse con notable destreza en todos los oficios que le encomendaban. Pronto con su humildad y su amabilidad, con su espíritu de penitencia y su amor por la oración, se fue ganando la estimación y el aprecio de los religiosos, y en 1625, por votación unánime de todos los frailes de esa comunidad, fue admitido como religioso franciscano.

Dificultad en los estudios
Lo pusieron a estudiar para prepararse al sacerdocio, pero le sucedía que cuando iba a presentar exámenes se trababa todo y no era capaz de responder. Llegó uno de los exámenes finales y el pobre Fray José la única frase del evangelio que era capaz de explicar completamente bien era aquella que dice: «Bendito el fruto de tu vientre Jesús». Estaba asustadísimo, pero al empezar el examen, el jefe de los examinadores dijo: «Voy a abrir el evangelio, y la primera frase que salga, esa será la que tiene que explicar». Y salió precisamente la única frase que se sabía perfectamente: «Bendito sea el fruto de tu vientre».

Llegó al fin el examen definitivo en el cual se decidía quiénes serían ordenados. Y los primeros diez que examinó el obispo respondieron tan maravillosamente bien todas las preguntas, que el obispo suspendió el examen diciendo: «¿Para qué seguir examinando a los demás si todos se encuentran tan formidablemente preparados?». Nuestro santo, que era el próximo en turno y estaba atemorizado, se libró de tener que pasar el examen.

Es por eso que nuestro santo es el patrón de los estudiantes, especialmente de los que, como él,  encuentran dificultades en sus estudios. El santo se complace en ayudarles.

Sacerdote de oración y penitencia
Fue ordenado sacerdote el 18 de marzo de 1628 y se dedicó a tratar de ganar almas por medio de la oración y de la penitencia. Sabía que no tenía cualidades especiales para predicar ni para enseñar, pero entonces suplía estas deficiencias ofreciendo grandes penitencias y muchas oraciones por los pecadores. Jamás comía carne ni bebía ninguna clase de licor. Ayunaba a pan y agua muchos días. Se dedicaba con gran esfuerzo, consagrado a los trabajos manuales del convento (que era para lo único que se sentía capacitado).

Éxtasis y milagros
Sus éxtasis, curaciones milagrosas y sucesos sobrenaturales eran tan frecuentes que no se conocen en semejante cantidad en ningún otro santo.

Levitación: Nuestro santo tuvo numerosísimas levitaciones, es decir volaba por los aires. Un domingo, fiesta del Buen Pastor, se encontró un corderito, lo echó al hombro, y al pensar en Jesús Buen Pastor, se fue elevando por los aires.  Quedaba en éxtasis con mucha frecuencia durante la santa Misa, o cuando  rezaba los Salmos. Lo observaron 70 veces en éxtasis. El más famoso sucedió cuando diez obreros deseaban llevar una pesada cruz a una alta montaña y no lo lograban. Entonces Fray José se elevó por los aires con la cruz y la llevó hasta la cima del monte.

Los animales sentían por él un especial cariño. Pasando por un campo, se ponía a rezar y las ovejas se iban reuniendo a su alrededor y escuchaban muy atentas sus oraciones. Las golondrinas en grandes bandadas volaban alrededor de su cabeza y lo acompañaban por cuadras y cuadras.

El día de la Asunción de la Virgen en el año 1663, un mes antes de su muerte, celebró su última misa. Y estando celebrando quedó suspendido por los aires como si estuviera con el mismo Dios en el cielo. Muchos testigos presenciaron este suceso.

Muchos enemigos empezaron a decir que todo esto eran meros inventos y lo acusaban de engañador. Fue enviado al Superior General de los Franciscanos en Roma y este al darse cuenta que era tan piadoso y tan humilde, reconoció que no estaba fingiendo nada. Lo llevaron luego donde el Sumo Pontífice Urbano VIII el cual deseaba saber si era cierto o no lo que le contaban de los éxtasis y de las levitaciones del frailecito. Y estando hablando con el Papa, quedó José en éxtasis y se fue elevando por el aire.

También tenía el don de leer los Corazones, era buen confesor y cuando un alma se acercaba a confesarse él se podía dar cuenta de lo que a esta alma le atormentaba.

El don de Bilocación, (estar en dos lugares al mismo tiempo). Cuando su madre estaba muriendo en el pequeño pueblo de Copertino, José se encontraba en Asís y percibió la necesidad de su madre. Una gran luz entró por el cuarto de la señora, era su hijo que había llegado. Su madre al verlo exclamó !oh Padre José, oh mi hijo!, y murió instantáneamente. Multiplicaba panes, miel, vino, y cualquier comida que se le ponía en frente.

El don de Sanación Le recobró la vista aun ciego al ponerle su capa sobre la cabeza. Los mancos y cojos eran sanados al besar ellos el crucifijo que él ponía delante de ellos. Hubo una plaga de fiebre muy alta y los enfermos eran curados al hacerle la señal de la Cruz sobre su frente, bajándole la fiebre hasta la temperatura normal. Con la señal de la cruz, resucitaba muertos.

Tuvo el don de profecía, predijo el día y la hora de la muerte de los Papas Urbano VIII e Inocencio X.  Predijo el ascenso al trono de Juan Casimir.

Tuvo también el don de tocar corazones hacia la conversión. El Padre José nunca aceptó ningún mérito por sus milagros, siempre se los acreditaba a su Madre María, a la cual siempre tuvo una gran devoción.

El Papa Benedicto XIV que era rigurosísimo al aceptar milagros, estudió cuidadosamente la vida de nuestro santo y declaró: «todos estos hechos no se pueden explicar sin una intervención muy especial de Dios».

La humildad del Padre José era constantemente probada. Un día un hombre arrogante le dijo: «Impío, hipócrita, no por ti, pero por el hábito de religioso que llevas tengo que respetarte. Yo creería en todo lo que haces si con la señal de la cruz sobre mi yaga me sanas». Él contestó: «Todo lo que has dicho de mi es completamente cierto y haciendo la señal de la Cruz sobre las llagas quedaron sanadas totalmente.

Él sufrió meses de aridez y sequedad espiritual (como Jesús en Getsemaní) pero después a base de mucha oración y de continua meditación, retornaba otra vez a la paz de su alma. A los que le consultaban problemas espirituales les daba siempre un remedio: «Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es sordo ni el cielo es de bronce. Todo el que le pide recibe».

Murió el 18 de septiembre de 1663 a la edad de 60 años. Fue beatificado en 1753 por Benedicto XIV, y canonizado en el 1767 por Clemente XIII.

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

 

En Cristo y Santa María de Guadalupe

Padre Enrique García Elizalde

 

 

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