Lunes XXV del Tiempo Ordinario

 

Evangelio según san Lucas 8, 16 – 18

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.

 

Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener».

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Reto Trivia Vida de los Santos del mes de septiembre, cada día publicaré la vida de un santo y deberás de enviar tus respuestas del mes correspondiente al correo electrónico penriquegarcia@gmail.com del 1º  al 5 de cada mes.  Los resultados se publicaran el día 10 de cada mes.  ¿Aceptas el Reto de la Trivia de la Vida de los Santos? Para el mes de septiembre la trivia de la vida de los santos del #104 al #133. ¡ESPERO SUS RESPUESTAS!

 

En este pasaje del Evangelio Jesús nos invita a ser luz para los demás, pero esa luz la tenemos que recibir primero de parte de Él, es más Él mismo es la Luz que disipa las tinieblas. Desde nuestro bautismo recibimos una vela (luz) que representa la fe, es decir, el regalo de Dios de su gracia habitual en nosotros, su presencia en nosotros como Hijos de Dios Padre, Hermanos de Jesucristo, y Templos del Espíritu Santo. Por ello cuando somos pequeños les piden a nuestros padrinos y padres que no permitan que esa luz se apague, sino que la alimenten y la sostengan. Pero cuando crecemos y maduramos (en edad, sabiduría y gracia) nosotros debemos ser los responsables de mantener la llama encendida y que esa luz se alimente cada día con nuestra relación con Cristo a través de la oración, meditación, de vivir los sacramentos y nuestra caridad (amor desinteresado) por los demás.

 

¿La luz de Cristo ha sido encendida en tu corazón? ¿Has tenido un encuentro con el Cristo vivo? El Papa Francisco y muchos escritores contemporáneos han estado hablando mucho acerca de la importancia de encontrarse con Jesús. Esto sucede a través de la oración, leyendo las Escrituras, retiros, los Sacramentos, y diferentes experiencias personales. Jesús no es sólo una figura histórica que una vez vivió y ahora está muerto. Él está vivo y bien hoy.

 

Cuando nosotros encontramos a Cristo, Él nos llama a ser Su discípulos, ser fieles a su amor y su mensaje. Así como Jesús pasó tres años enseñando y formando a Sus discípulos, estamos llamados a estudiar la Palabra de Dios y pasar tiempo en oración creciendo en nuestra relación con Cristo. Esta vida de oración y estudio luego derrama en acción de amor en el mundo.

 

Esta línea de Jesús puede ser aterradora: “Porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público”.

 

¿Quieres que todo lo que está en tu vida salga a la luz?

¿Hay algo que escondes en secreto en este momento?

 

Tenemos derecho a tener una vida privada, pero no una doble vida. Dios lo sabe todo – Él conoce nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras acciones. Él conoce todo lo que pensamos, decimos y hacemos. El mundo entero no necesita saber todo sobre nosotros. Al mismo tiempo, ninguno de nosotros debería estar viviendo una doble vida en la que estamos ocultando algo muy importante de aquellos que amamos. Y a veces creemos que podemos ocultar algo de Dios, lo cual es imposible. Escuche de un amigo una expresión que me gustó mucho, “debemos ser como una postal”, es decir,  que cualquiera que vea nuestra vida la lea y no como una carta oculta.

 

¿Tu vida pública coincide con tu vida privada?

¿Estás viviendo una vida de integridad?

 

Todos somos pecadores y quedamos cortos de la gloria de Dios. Ninguno de nosotros es perfecto. Pero el Señor nos llama a ser santos como nuestro Padre celestial es santo. Vive en la luz de Cristo.

 

Reto Trivia Vida de los Santos del mes de septiembre. #127 San

 

El santo de la trivia del día de hoy  fue llamado algunas veces  Sagredo, fue el apóstol de un vasto distrito de Hungría.

 

Era originario de Venecia, donde nació a principios del siglo once. Desde muy joven, se consagró al servicio de Dios en el monasterio benedictino de San Giorgio Maggiore en Venecia, pero al cabo de algún tiempo, abandonó el convento para hacer una peregrinación a Jerusalén.

 

Al pasar por Hungría, conoció al rey San Esteban, a quien impresionaron tanto las cualidades de Gerardo, que lo retuvo para que fuese el tutor de su hijo, el Beato Emeric. Al tiempo que ejercía sus funciones de educador, el santo predicó la palabra de Dios con mucho éxito. Cuando San Esteban fundó la sede episcopal de Csanad, nombró a Gerardo como su primer obispo. La gran mayoría de los habitantes del lugar eran paganos, y los pocos que llevaban el nombre de cristianos, eran ignorantes, salvajes y brutales, pero San Gerardo trabajó entre ellos con tan buenos frutos que, en poco tiempo, el cristianismo progresó considerablemente. Siempre que le era posible, unía Gerardo la perfección en su desempeño de la tarea episcopal con el recogimiento de la vida contemplativa que le fortalecía para continuar con sus funciones. Además, Gerardo fue investigador y escritor; entre sus obras figura una inconclusa disertación sobre el Himno de los Tres Jóvenes (Daniel III) y otros escritos que se perdieron con el correr del tiempo.

 

El rey Esteban secundó el celo del buen obispo en tanto que vivió, pero a su muerte, ocurrida en 1038, el reino quedó en la anarquía a causa de las disputas por la sucesión al trono y, al mismo tiempo, estalló una rebelión contra el cristianismo.

 

Las cosas iban de mal en peor, hasta el extremo de que, virtualmente, se declaró una abierta persecución contra los cristianos. Por entonces, Gerardo, que celebraba la misa en la iglesita de una aldea junto al Danubio, llamada Giod, tuvo la premonición de que aquel mismo día habría de recibir la corona del martirio. Terminada la visita a la aldea, el obispo y su comitiva partieron hacia la ciudad de Buda.

 

Ya se disponían a cruzar el río, cuando fueron detenidos por una partida de soldados al mando de un oficial, idólatra recalcitrante y acérrimo enemigo hasta de la memoria del rey Esteban. Sin mediar palabra, los soldados comenzaron a lanzar piedras contra San Gerardo y sus gentes, que se hallaban dentro de la barca, amarrada a un pilote. Algunos de ellos se metieron al agua, volcaron la embarcación y sacaron a rastras al santo obispo. Asido a los brazos de sus captores, se incorporó hasta ponerse de rodillas y oró en voz alta con las palabras de San Esteban, el Protomártir: «¡Señor, no les toméis en cuenta esta culpa!» Apenas había pronunciado estas palabras cuando le atravesaron el pecho con una lanza.

 

Los soldados arrastraron el cuerpo hasta el borde de un acantilado que lleva el nombre de Blocksberg y arrojaron el cadáver al Danubio. Era el 24 de septiembre de 1046. La muerte heroica del santo de la trivia del día de hoy  produjo un profundo efecto entre el pueblo que, desde el primer momento, comenzó a venerarlo como mártir. Sus reliquias fueron colocadas en un santuario, en 1083, al mismo tiempo que las de San Esteban y las de su hijo, el Beato Emeric. En 1333, la República de Venecia obtuvo del rey de Hungría la concesión de trasladar la mayor parte de las reliquias de San Gerardo a la iglesia de Nuestra Señora, en la isla de Murano, vecina a Venecia donde hasta hoy se venera al santo como al protomártir de aquel lugar donde vino al mundo.

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

 

En Cristo y Santa María de Guadalupe

 

Padre Enrique García Elizalde

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